miércoles, 22 de junio de 2011

Poniendo en regla el transporte público

A mediados de semana, nos topamos con la noticia de que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, ha puesto en marcha el Programa de Verificación Permanente al Transporte Público. No cabe duda que dicha iniciativa ha sido necesaria desde hace muchísimo tiempo, sin embargo, no puede más que esperanzarnos la noticia ya que del correcto funcionamiento del Transporte Público en la capital del país, depende en gran parte la seguridad y el confort de sus habitantes. En lo personal, habiendo vivido en provincia y en Estados Unidos por algunos años, tengo que admitir que mi calificación del transporte público capitalino en general es buena. Podrá haberme en un inicio impactado la cantidad de gente que se aglomera en el metro, metrobús, micros, peseros y demás inventos de transporte urbano (pero en qué rincón del Distrito Federal y su zona conurbana no es impresionante la cantidad de gente que se asemeja casi a una plaga) y para nada apoyo la decadencia en la que se encuentran miles de microbuses y peseros. Sin embargo, comparando estos servicios de transporte con el escaso y a todas luces insuficiente sistema de transporte en el resto de la república mexicana, así como el costosísimo y aun así ineficiente transporte público de muchos rincones del supuesto ‘primer mundo’ (en el caso de Estados Unidos), uno termina por acostumbrarse y hasta agradecer el poder transportarse por tres pesos de un rincón a otro de esta enorme urbe.

Aun así, el esfuerzo necesario para mejorar nuestro sistema de transporte público, y con ello nuestro nivel de vida, es enorme. Y por ello, no podemos más que esperar y exigir de nuestras autoridades toda la voluntad política posible. En este programa se plantea la revisión de más de doscientos mil vehículos, en su mayoría taxis, más de la mitad de automóviles a revisar. Esto para eliminar la existencia de taxis piratas o irregulares (que en ocasiones presentan un importante riesgo en términos de seguridad pública). También serán verificados microbuses y vehículos provenientes del Estado de México, la entidad con mayor número de ingreso de vehículos diarios a la capital del país; esto para tener registro de quién circula en el Distrito Federal con frecuencia en autos que provienen de otras localidades y de los cuales no se tiene información. Se afirma que se trabajará con el apoyo de las jefaturas delegacionales para lograr el cometido que el programa promete. Sin embargo, los planes o puntos a seguir en este proyecto aún no son claros para el ciudadano que lo observa desde afuera de la esfera gubernamental.

Se dice que se ha puesto un gran esfuerzo y cuidado para crear un cuerpo profesional de alto nivel y con un salario de veintisiete mil pesos, meritorio después de muchas pruebas para obtener personal calificado. Los inspectores que se han añadido al programa y al Instituto de Verificación son cien para que sea plausible el revisar al vasto sector del transporte público que recorre nuestra capital. Entre los requerimientos a seguir por parte de los transportistas y concesionarios, aparte de obviamente llevar su documentación oficial (i.e. licencias y permisos) en regla, son el iluminar los interiores de las unidades y retirar los vidrios polarizados, entre otros requisitos de seguridad obligatorios en cada unidad (sería interesante conocer todos esos requisitos). Hasta el momento se dice haber revisado casi diecisiete mil taxis y más de mil autobuses, de los cuales alrededor del tres y el diez por ciento, respectivamente, se han llevado al corralón por faltas a los estándares requeridos. Las multas, se dice, serán de hasta treinta días de salario mínimo, y la meta es que para diciembre del 2011, se haya revisado todo el transporte público y la mayor parte de los Centros de Transferencia Modal (donde se conjuntan distintos tipos de transporte, mejor conocidos como paraderos).

Para esto, lógicamente tiene que automatizarse de algún modo el procedimiento, y sin duda es un plan ambicioso. Pero aunque para realmente lograr un cambio sustancial, como aspiró Ebrard, la aplicación efectiva y real de normas es fundamental (de eso no hay duda), uno también querría ver normas mucho más estrictas y un escrutinio mucho más cuidadoso cuando se trata de transporte público. Sabemos que se intenta instaurar poco a poco vehículos más sustentables y que producen menos emisiones, sin embargo, la lucha tiene que ir más allá. Yo me centraría principalmente en los microbuses y peseros. Estos son vehículos, que si bien son eficientes en el sentido de que recorren prácticamente cualquier punto de la ciudad, su estado es prácticamente insostenible, así como sus usos y costumbres. No es suficiente, por cuestiones de seguridad, que se iluminen o se retiren polarizados de las ventanas. Los micros y peseros sin duda nos llevan a muchos lados y funcionan como un suplemento a la red del metro y líneas del metrobús, sin embargo, son contaminantes, incómodos, pequeños, ruidosos, generalmente contienen fugas de gas que son perjudiciales para la salud de usuarios y choferes… y sus choferes, aquellos a los que junto con su maquinaría tememos por su frecuente falta de civilidad. Y por más que pueda resultar atractivo que nos dejen exactamente en la puerta de nuestro destino, deben existir regulaciones que agilicen y mejoren su servicio. Admitámoslo, caminar una cuadrita no nos hace ningún daño, ¡al contrario!

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