martes, 19 de abril de 2011

Wirikuta no está en venta

Una buena parte de la población mexicana, en particular de gente joven y aficionados del rock y música alternativa, saben que el pasado fin de semana se congregaron decenas de miles de espectadores en el Vive Latino 2011 en la capital de nuestro país. A diferencia de años pasados, se hizo presente una protesta y una crítica hacia el escenario que se vive en nuestro país. Se hizo referencia al No + Sangre, algunos grupos o bandas musicales, como Telefunka, declararon su repudio al gobierno de nuestro país y a la inseguridad que nos rodea, y voces como la de Diego Luna, que mostraba documentales de personajes y agrupaciones musicales, instaron a la audiencia a informarse e involucrarse con problemáticas como la de Wirikuta. De este modo, se recordó el carácter revolucionario de la música y el rock, y se exhortó a una juventud despertante a colaborar con el cambio y la mejora de esta nación.

Haciendo honor a una petición tan trascendente, el analizar el efecto, la historia y el presente conflicto minero en lugares como Real de Catorce, en San Luis Potosí, suena más que apropiado. La extracción minera alcanzó en esta zona entre 1875 y 1925 su más grande auge, realidad que dejó suficiente cianuro para continuar contaminando hasta la fecha a los pueblos aledaños donde en periodo de lluvias escurren éste y otros residuos tóxicos. Por consecuencia, este tipo de actividades han creado, como lo dicen los habitantes de la zona, pueblos fantasmas, que después de dedicarse a la minería, y al agotarse los yacimientos, quedan deforestados, contaminados e invivibles. Sin embargo, no tendría por qué haber de qué preocuparse en esta ocasión, porque desde 1994, la zona milenariamente sagrada de Wirikuta, es un área natural protegida y en 1999 fue declarada por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés), uno de los catorce sitios naturales sagrados del mundo que deben ser salvaguardados y respetados. Esto indica que en casi setenta por ciento de las 140,212 hectáreas de Wirikuta, que recorren siete municipios de diversos estados, quedan prohibidas las actividades mineras, y en el resto se aplican severas restricciones en contra de desechos contaminantes o la alteración de aguas subterráneas o superficiales (al menos en teoría).

A su vez, esto significa que los trabajos de minería en la región son prácticamente imposibles de realizar sin la extracción excesiva de mantos acuíferos para realizar trabajos de extracción de minerales que devastarían irremediablemente una región donde se practica la agricultura sustentable, y que se considera de uso tradicional o aprovechamiento especial. Con lo anterior, a la mayoría de los seres humanos nos queda claro que debe respetarse a un pueblo, el Wixárika, a sus tradiciones milenarias, a sus sitios sagrados y al medio ambiente que les rodea. Pero existen personajes que podrían necesitar más argumentos (¿quizá por su limitado intelecto?). Veamos, en Wirikuta y sus manantiales, se realizan varias de las principales ceremonias de este pueblo huichol. Digamos que Wirikuta es tan importante para los huicholes como quizá la Basílica de Guadalupe o el Vaticano para los católicos; quién osaría disturbar la zona donde se encuentra el Muro de los Lamentos en Jerusalén o la Meca. Por qué entonces se pretende despojar a estos pueblos del lugar donde consideran que se originó la vida y por lo cual peregrinan sobre de él cada año. Por qué arrancarles un lugar que han mantenido en equilibrio por siglos; cómo mercadear con un patrimonio de la humanidad.

La respuesta es obvia: por intereses económicos; y lo que es aún peor, por intereses que no son nacionales, porque el hecho de que Felipe Calderón los apruebe no los hace de utilidad nacional, sino generalmente todo lo contrario. Y entonces se usan argumentos como decir que los pueblos que peregrinan en Wirikuta cada año no viven ahí, sino en poblaciones aledañas de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, San Luis Potosí y Durango, sin considerar la relación e importancia de este lugar para millares de personas. También se argumenta que se debe controlar, administrar y regular el uso del peyote o jicuri, que se consume tradicionalmente en ceremonias del pueblo huichol. Pero seamos realistas, lo menos que les importa a las compañías trasnacionales y a nuestras autoridades es el conservar reservas ecológicas o salvaguardar la salud de comunidades indígenas, si ellos son los primeros que saquean y deterioran dichos territorios con industrias rapaces y deplorables políticas de estado (llámese trazos carreteros equivocados, extracción de minerales, establecimiento de maquilas, acumulo caciquil de bienes como el agua, etcétera).

Al final del día, se inventaron artimañas y argumentos pobres de conservación para otorgar, por parte del gobierno federal, veintidós concesiones mineras a la empresa canadiense First Silver Majestic Corporation. También se aprovecharon de la situación desesperada de varios habitantes de la zona, que viviendo en una miseria cruel, no les queda más que aceptar un proyecto que les brinda la esperanza de un empleo, no importa si se trata de un empleo peligroso, temporal, mal pagado, o dañino para la salud; tampoco si inhabilita la posibilidad de un futuro próspero en la región para futuras generaciones; o si erosiona el campo, escasea los mantos acuíferos o los contamina para extraer metales de una manera ambiciosa e irresponsable.

A cambio de tres millones de dólares, que en beneficio de los mexicanos quizá jamás se verán, se organiza desde el 2009 un proyecto minero de explotación en una zona sagrada de nuestro país. Se desvían y contaminan fuentes subterráneas sin sanción alguna; se afecta la flora, fauna y manantiales de la región. ¿Y se presentó algún estudio o análisis técnico? NO. ¿Una manifestación de impacto ambiental? TAMPOCO. ¿Se informó acerca del volumen de mineral que se pretende extraer? MENOS. ¿Se notificó la cantidad de agua que se usará en el proceso y lapso en el que se trabaje? Ustedes qué creen. ¡Pero a celebrar todos, porque ya somos el primer productor de plata en el mundo y con este hecho podremos enriquecer a más extranjeros y empresarios rapaces! Y esa es nuestra triste historia, ¿alguien recuerda Pasta de Conchos? Entes públicos y privados, nacionales e internacionales, se enriquecen en nuestro país de la manera más despiadada, sin moral o límite alguno. Mientras, para la mayoría de los mexicanos no hay garantía de un trabajo ya no digamos digno, sino mínimamente seguro. Es difícil no recordar, con un nudo en la garganta de tristeza y rabia, a los 65 trabajadores que nadie pudo ni quiso salvar, ni uno de los magnates más grandes de México. ¿Pero cómo, minimizando ganancias? Por supuesto que no. En este México nuestro, y para los poderosos que lo administran, es evidente que nada vale, nada importa, sólo el dinero.

martes, 12 de abril de 2011

¡Pueblo, protesta, o ya no sales de ésta!

“Es tiempo de que los jóvenes se manifiesten, que se adueñen del presente.” – Javier Sicilia.

Puede impresionar la solidaridad de los que aun no habiendo vivido en carne propia o cercana la violencia inmisericorde que se presenta en gran parte de nuestro país, reconocen que todos somos los cuarenta mil muertos que ha dejado la guerra infame contra el narcotráfico. Resulta mucho más estremecedor el observar la fortaleza de padres y familiares, como Javier Sicilia, que tras perder a hijos o parientes, pueden sostenerse y luchar por un México diferente; en la marcha de la Ciudad de México, una madre que perdió a su hijo llevaba media cara pintada como una calaca y media cara sin pintar, y nos dijo a un grupo de personas, estoy aquí, apoyando, pero estoy muerta en vida. Con ese dolor común, miles de mexicanos nos manifestamos el miércoles 6 de abril en contra de la muerte de nuestro México, sin guías profesionales de marcha o altavoz, sin que nos dijeran dónde acomodarnos o por dónde caminar, sin el apoyo de los medios por la dichosa Iniciativa México, sólo gritando desesperadamente: ¡Ni uno más!

Quizá hubo más organización en Cuernavaca, lugar donde se originó este movimiento ciudadano y que congregó el mayor número de personas el pasado miércoles al suplicar y exigir que ni un joven, ni una persona más, muera a manos del crimen organizado y la pasividad y complicidad de nuestras autoridades. En la capital morelense se congregaron deudos de la guardería ABC, integrantes de la familia Reyes Salazar, activistas de Ciudad Juárez, representantes de distintas religiones, parientes de los jóvenes asesinados en Villas de Salvárcar, e incluso figuras como el actor estadounidense Edward James Olmos. Se dio también un plazo de una semana (días en los cuales se plantará en el Zócalo morelense Javier Sicilia), a Marco Antonio Adame, gobernador de Morelos, y a Felipe Calderón para presentar a los asesinos y responsables de la muerte de los siete jóvenes, entre los que se encontraba su hijo. De lo contrario, se convocará a una marcha nacional en la Ciudad de México para exigir la renuncia de Adame y el alto impostergable a una guerra absurda donde la mayoría de los muertos, se dijo, los ha puesto la sociedad civil.

Quizá no tan impresionante en números, pero enérgica fue la solidaridad en otras partes del país, particularmente en la Ciudad de México, donde se rechazó fuertemente la violencia que sacude a nuestra sociedad, donde se dijo ¡ya basta! a nuestros políticos y clase empresarial, donde se recuperó la dignidad de las víctimas, donde se marcó un límite, donde esperemos reine siempre la fortaleza para luchar por nuestras vidas y nuestro futuro. Por primera vez en mucho tiempo se vieron jóvenes a toneladas marchando por las calles, interesándose en el futuro de su país, proponiendo con coraje educación, arte y cultura en lugar de armas, balas o guerra. Se reconoció que donde falte lo anterior y donde reine la miseria, habrá violencia; no cabe duda que la verdadera causa de nuestra debacle nacional es la inequidad, la injusticia, la impunidad… Los jóvenes estuvieron presentes también haciendo performances donde se vestían de militares y de narcos (de aquellos desertores de las filas del ejército que hoy asesinan y dañan a la nación) intentando aterrorizarnos a nosotros los civiles (pero ya no lo lograron), estuvieron presentes en las redes sociales apoyando desde sus trincheras, presentes bajo la porra de ¡Goya!, estuvo presente la juventud con su creatividad y su energía, con sus inventivas frases: “el arte y la cultura contra la dictadura”, “yankee go home, y tus narco-armas también”, “¡despierta México!, estamos hasta la madre de tu indiferencia”, “los ninis están en los Pinos, ni gobiernan, ni nos representan”, “la censura es violencia”…

La mezcolanza y diversidad de la marcha también fue espectacular, estudiantes, académicos, escritores, poetas, artistas, intelectuales, profesionistas, padres de familia, niños, adultos mayores… personalidades como Taibo II, Giménez Cacho, Julio Hernández (Astillero) y Joaquín Cosío, (quien interpretó al cochiloco en El Infierno). Todos exigiendo una respuesta al sufrimiento que se vive en el país a raíz de la “lucha” contra la delincuencia organizada; todos protestando para que nuestra patria no continúe siendo un infierno. Una niña cargaba una manta que decía “Fuera Calderón, que reine la paz”, la primera parte, una de las consignas más aclamadas en la Ciudad de México. Miles de ideas que me hacen pensar que el mejor recuento sería el enlistado de cada palabra y de cada pancarta; de cada grito desesperado de nuestra sociedad mexicana. Haré el intento de recapitular cada una de las apelaciones.

El primer clamor general fue indiscutiblemente dirigido a nuestro gobierno, a nuestras autoridades, a Felipe Calderón. Bajo la consigna “si no pueden, lárguense”, se aseguró que los responsables están en los Pinos; que el responsable es un gobierno que nos ha hundido abismalmente. Lo que es aún peor, un gobierno que ha sido asesino de jóvenes, y por ende de nuestro futuro como nación; un estado que no ha logrado ponerse en nuestros zapatos y consecuentemente se ha convertido en genocida. Un gobierno que ha criminalizado a su juventud y destruido a su país en lugar de cuidarlo y conservarlo… El segundo llamado general, también importantísimo, fue a la sociedad civil al decirle: “un pueblo callado jamás será escuchado” vs. “un pueblo unido jamás será vencido”. El propósito fundamental de dicho grito fue pedirle al pueblo mexicano que saliera a defender sus derechos; el recordarnos a nosotros mismos que ya somos prácticamente el único locutor creíble. No cabe duda que así es, que urge romper nuestro silencio, que urge despertar, que silencio es igual a estupidez, que la unión hace la fuerza… “que es mejor morir de pie que vivir arrodillado”, sobre todo si de todos modos estamos muriendo arrodillados. Por tanto, la siguiente petición fue para protegernos, para demandar que los civiles no se tocan, que ya no queremos ser víctimas de una guerra que no es nuestra, que los muertos no son daños colaterales, que tienen nombre y apellido, para exigir un alto a la represión de comunicadores y luchadores sociales… para exclamar que tenemos derecho a vivir.

Algunas otras de las expresiones fueron en contra del intervencionismo estadounidense y recalcando su responsabilidad en nuestra situación; en pro de que los militares regresen a sus cuartel; a favor de legalizar la marihuana; en general para demandar el cese de la sangre mexicana derramada. Y así, se manifestaron recorriendo quince kilómetros y con una formación de dos kilómetros de longitud en una avenida principal de cuatro carriles, más banquetas y camellón, cuarenta mil personas en Cuernavaca, la manifestación más grande que se haya visto en esta ciudad; diez mil en la Ciudad de México; mil en Puebla y mil en Jalapa, Veracruz; quinientos en San Luis Potosí y la misma cantidad en Guanajuato; trescientos en Monterrey; doscientos en Saltillo, Aguascalientes, Oaxaca y Querétaro; ciento cincuenta en Tuxtla, Yucatán y Colima; ¡doscientos en Barcelona!; y algunos cuantos más en otras ciudades mexicanas y del mundo, como Buenos Aires y Los Ángeles. ¿Y en Zacatecas?, ¿Cuántos fueron? No cabe duda que faltaron muchas voces, pero indudablemente fue un importante primer paso para darnos cuenta de que nosotros, la sociedad civil, somos la única esperanza, no hay más, y sin nuestro valor, no habrá más país. De grandes injusticias han surgido grandes movimientos, no lo olvidemos (de la guerra de Vietnam, de Egipto, de 1968…). Por eso, gritemos al unísono: ¡No más sangre!

“Algunos padres son poetas, pero todos los hijos son poesía.” – Pancarta en Manifestación del Distrito Federal.

La gran carrera

Con el apoyo de algunos países en particular, como Bélgica y Noruega, así como con la severa crítica de instituciones inglesas, entre otras, e incluso de ambientalistas, la Comisión Europea y el comisionado de transporte de la Unión Europea, Siim Kallas, elaboraron la iniciativa: Plan de trabajo para lograr la unificación del transporte europeo – Con el objetivo de lograr un sistema de transporte competitivo y eficiente. Uno de los componentes más significativos de dicho propósito, y por supuesto el que más llamó la atención de los medios y provocó el enojo de distintos entes públicos y privados, fue la propuesta de eliminar los vehículos convencionales que usan gasolina y diesel en las ciudades europeas para el 2050. Intereses privados por un lado y quizá la falta de una lectura cuidadosa del documento por el otro, propició que algunos activistas tacharan de insuficiente dicha propuesta. En lo personal le encuentro en su mayoría aspectos positivos a la misma, salvo la posibilidad de su realización que depende de múltiples gobiernos y entes privados y poderosos.

Resulta difícil pelear contra el argumento de crear financiamiento que promueva infraestructura y sistemas de transporte sustentables, limpios, tecnológicos, modernos y competitivos que modifiquen el comportamiento y las costumbres auto-céntricas del ciudadano promedio. Los resultados positivos realmente son interminables. Se podría acabar con la dependencia del petróleo, recurso no renovable que seguramente escaseará en algún par de décadas y que en su haber ha creado uno de los sistemas de especulación más avaros y una dependencia que impacta en temas como la inflación, la balanza comercial y la competitividad económica de distintas regiones del mundo de maneras muy negativas. Por supuesto, otro de los grandes beneficios de que se concrete y lleve a cabo dicho proyecto en la Unión Europea sería el reducir en porcentajes muy significativos las emisiones de la región y del mundo; todos sabemos que el automóvil es una de las más grandes causas de contaminación ambiental. Pero esto no significa que la movilidad y eficiencia deben sacrificarse, sino todo lo contrario. El integrar las redes de transporte de la UE creará competitividad y prosperidad económica a nivel regional; así como el promover la inversión en infraestructura sustentable y eficiente reactivará economías mediante la creación de trabajos y la modificación en la movilidad de personas y mercancías.

La iniciativa es por supuesto compleja, radical y ambiciosa pero parece tener una visión en la dirección correcta. Sin tener resueltos todos los aspectos de la misma que tendrán que irse analizando en los próximos años y décadas, existen ya lineamientos claros de acción. Una transformación del sistema de transporte europeo sólo será posible a través de múltiples iniciativas a todos los niveles. Es evidente que sin el mandato de los distintos gobiernos que conforman a la Unión Europea y la cooperación de la iniciativa privada las cosas no funcionarán; ya que se requiere de un cambio profundo en sistemas de transporte y de tales legislaciones es que podrá surgir un cambio real de cultura ambiental. Ante la falta de determinación gubernamental o privada, tendrán los pueblos de cada nación que demandar justicia, no sólo social, sino también ambiental para futuras generaciones.

Qué se propone entonces. Innovación tecnológica es el fundamento de dicha estrategia, la producción e impulso de energías alternativas (eléctrica, combustión interna mediante hidrógeno, etanol, biodiesel, aire comprimido, gas natural comprimido, propano…) será esencial, así como la creación de transporte innovador en términos de reducción de CO2 e incremento en su eficiencia. Aquí es importante darse cuenta que aunque uno de los principales goles es eliminar gradualmente el uso de vehículos que utilicen gasolina, se plantea una propuesta integral que también reduzca emisiones de transporte marítimo y aéreo usando combustibles alternativos y aumentando el uso del tren (triplicando el volumen de la red europea de ferrocarril de alta velocidad para el 2030) y del transporte público. Continuando con acciones concretas, se plantea que el fomento de coches eléctricos y distintas acciones paralelas sean premiadas y promovidas mediante incentivos fiscales. También se asegura que deberá haber cálculos y parámetros estrictos y establecidos que midan la eficiencia y sustentabilidad de vehículos y combustibles, así como regulaciones y acuerdos con distintos mercados mundiales fuera de Europa con el fin de promover acciones e intercambios sustentables.

Podrá en el transcurso de dicho proceso argumentarse, como se hizo en el Reino Unido, que estas decisiones deberán ser tomadas por cada país y ciudad en base a sus necesidades, en lugar de como un acuerdo conjunto. Sin embargo, la Comisión Europea admite, que aun con estándares superiores a los de la mayor parte del mundo, su sistema de transporte en términos generales no es sustentable y que bajo los estándares y costumbres actuales la dependencia al petróleo de dicha región en las próximas décadas no bajará de un noventa por ciento. Esto colocará al uso de energías renovables en el mejor de los escenarios en diez por ciento y las emisiones de CO2 provenientes del transporte permanecerán un tercio más arriba que en 1990. La Unión Europea suele ser mucho más responsable en términos de sustentabilidad y justicia social que el resto del mundo. Es probablemente por esto que se está reconociendo que se requiere fuerte cooperación internacional para aliviar problemáticas globales como la del transporte y el medio ambiente. Se sabe que la gente y los bienes no dejarán de transportarse, pero deben reconocerse las limitantes ambientales y de nuestros recursos naturales. Ojalá el mundo entero viera a la movilidad sustentable como una carrera a nivel global en la que acciones cortas y a destiempo podrán condenar al mundo a un declive irreversible. Veremos en los próximos años si la UE decide plantarse en la cúspide de la vanguardia una vez más.

Ciudades Rurales Sustentables, control y neocolonialismo

Solamente el título, de Ciudades Rurales Sustentables, atrae atención y nos hace pensar en un proyecto positivo. De este modo, Felipe Calderón Hinojosa, promociona dichas ciudades en estados como el de Chiapas, junto con gobernantes como Juan Sabines, como contenedores de escuelas, clínicas, viviendas, espacios públicos, servicios básicos, invernaderos, granjas avícolas, complejos cafetaleros y fábricas ensambladoras. Sin embargo, el contenido comienza a causarnos dudas y nos pone a pensar acerca de problemáticas que podría contener este designio (¿alguien pensó en fábricas-maquiladoras?). Es cierto que por un lado existen argumentos fuertes que indican que la dispersión poblacional es una de las principales causas de la pobreza, mismos que aseguran que las CRS brindan una solución para mejorar la calidad de vida de varias comunidades en supuesta fragilidad territorial. Sin embargo, existen varias razones para pensar que la creación de estos núcleos urbano-rurales podría tener motivos alternos y alejados a la sustentabilidad y el bienestar social. ¿Podrá ser el querer controlar a ciertas comunidades indígenas? ¿Habrá intereses privados e internacionales en juego? Estas y otras preguntas deben hacerse y responderse para evaluar correctamente estos proyectos de carácter federal, estatal y privado.

Los primeros proyectos de esta naturaleza, comenzaron en México desde el 2007 en el estado de Chiapas, en las comunidades de Santiago El Pinar y Nuevo Juan de Grijalva. Con el objetivo de concentrar poblaciones dispersas en un núcleo semiurbano, o semirural, como guste verse, se proponían atractivamente espacios para el desarrollo integral con oportunidades económicas y que favorecieran la conservación y el uso racional de los recursos naturales. Algunos de los entes privados que han apoyado tal iniciativa del estado mexicano (que suele privilegiar los intereses privados sobre de los públicos y generales) son Fundación Azteca, Telmex y Wallmart, empresas con trayectoria en proyectos humanitarios en teoría pero que han dado muestra de rapacidad en múltiples y diversas ocasiones. Por tanto, no sorprende el resultado. Se prometieron servicios de agua, drenaje, energía eléctrica, alumbrado público, drenes pluviales, tratamiento de aguas residuales y potabilizadoras, en fin, mucho más allá de los servicios básicos y gozados por el mexicano promedio. Obviamente, la promesa no fue cumplida en su totalidad, pero lo que es peor, los servicios que sí han sido instalados resultan obsoletos para una población que no puede pagarlos.

Comunidades realmente autosustentables, con muchas carencias sin duda, que cosechaban o pescaban sus propios alimentos ahora no pueden adquirir si quiera lo elemental para alimentarse, no les alcanza. La vitalidad económica que se había prometido es inexistente, y se limita, en el mejor de los casos, a trabajos temporales, mal pagados e insuficientes para las poblaciones reubicadas. La gente que tenía desde hace siglos sus tierras y vivía de eso, ahora se encuentra imposibilitada y sin espacio para subsistir. Se argumenta que se quiere dar la posibilidad de una vida digna para diversas comunidades indígenas, sin embargo, pareciera que quiere sometérseles al sistema capitalista, al cual se le podrían argumentar algunas cualidades, pero la sustentabilidad hasta la fecha no ha sido realmente una de ellas. Pareciera entonces que se quiere más bien construir traspatios “productivos”. Pero para qué o para quién. De la agricultura se quiere pasar a la agroindustria y servir a trasnacionales como Starbucks al proveerles de café y mano de obra barata. Por qué no mejor proponer reformas que realmente protejan y reactiven al sector rural y campesino mexicano, en lugar de quitarles el control a las comunidades indígenas y campesinas de sus modos de producción.

Existen, claro, más fallas documentadas en las llamadas CRS, como viviendas con goteras, construidas con materiales baratos e inadecuados para las condiciones del lugar, reducidas y sin espacio para sembrar (para que mejor vayan y compren al super fruta y verdura de California, carne de Texas o demás pseudo-alimentos gringos). Del mismo modo, las clínicas construidas carecen la mayoría de las veces de luz, medicamentos, médicos, en realidad, de servicio médico en general. En las escuelas no se dan clases de tiempo completo, como se había prometido, ¡y los desayunos escolares se cobran! ¿Qué se pretende, quién se beneficia? Por qué se quiere modificar, destruir y controlar un modo de vida y prácticas que todos sabemos son más sustentables que las modernas y occidentales. Será que estas comunidades se vislumbran como obstáculo para transnacionales que saben que habitan sobre yacimientos mineros y por eso quiere reubicárseles y crear un proyecto de despojo. Las genuinas y buenas intenciones son difíciles de creer cuando se sabe que los spots para publicitar estas CRS consisten en un tercio del gasto proyectado para construir 27 ciudades rurales.

Y entonces, al descubrir negras intenciones, con la piel chinita recordamos cuando la corona española reubicó a comunidades indígenas en áreas reducidas que se convirtieron en pueblos o ciudades coloniales, lo cual fortaleció el poder del imperio sobre poblaciones dispersas y potencialmente rebeldes. O cuando se modelaron aldeas en Guatemala en medio de una guerra civil, reubicando a miles de indígenas como estrategia contrainsurgente. Entonces, parece que aparte de controlar, estas estrategias pretenden formar un sistema de integración y producción forzosa de campesinos e indígenas para servir a intereses capitalistas y sectores dominantes. Será que comunidades realmente exitosas y sustentables, tanto ambiental como socialmente, como los caracoles zapatistas representan una amenaza al estado. De qué otro modo explicar el intento de aculturación y el despojo de tierras y modos de vida. Los caracoles, en cambio, representan una alternativa concreta, donde comunidades, denominadamente dispersas, promueven día a día el desarrollo de sistemas autónomos de salud, educación, producción, etcétera. Suena idealista y utópico, pero es real. Este intenso proceso de desarrollo no pretende ni contiene en si la lógica acumulativa del neoliberalismo, y mucho menos la devoradora y destructiva naturaleza en contra del medio ambiente y el ser humano. Al mismo tiempo, dichas comunidades por supuesto que existen como un obstáculo a varios proyectos de plantaciones intensivas, autopistas que devoran paisajes enteros, industrias que dañan al medio ambiente… infinidad de designios basados en el injusto intercambio de bienes y servicios.

Por consiguiente, un adulto mayor entrevistado en Santiago el Pinar, se dice muy triste ya que ha visto en un par de años desaparecer sus campos, milpas y platanares, pero peor aún, su manera de vivir. Con qué autoridad moral pensar que se puede enseñar de sustentabilidad a culturas que han estado arraigadas a sus tierras por siglos, que las respetan, las cuidan y las han mantenido vivas y saludables a través de los años. Es cierto que desde un punto de vista urbano se privilegia la densidad; ciudades compactas en contra de suburbios desparpajados. Es cierto también que el implementar servicios en zonas con poca población es una tarea difícil y costosa. Sin embargo, no estamos hablando de ciudades, sino del campo mexicano, uno que tendría que ser auxiliado para permitir el desarrollo de nuestro país, no el desarrollo rapaz, ni internacional, sino el local y el de cada una de las comunidades que habitan en él. No puede permitirse que se recurra a un campo y a poblaciones indígenas relegadas y olvidadas por años, decenios y siglos, solamente para saquearlos y despojarlos. No podemos olvidar tampoco, que la sustentabilidad no sólo significa responsabilidad y cuidado al medio ambiente, sino también hacia la raza humana. Qué corazón tienen los que no pueden solidarizarse con sus hermanos y anteponer el bien de su nación al enriquecimiento de corporaciones internacionales.

sábado, 2 de abril de 2011

Laguna Verde, debate y acción urgente

Como ya hemos comentado, no cabe duda que el terremoto acontecido en Japón el 11 de marzo pasado conmocionó al mundo entero, así como ha hecho reflexionar a comunidades y naciones, a distintos niveles: ciudadano, empresarial y gubernamental, entre otros. La consecuente situación nuclear en Fukushima también ha generado debates e incluso acciones concretas de distintos estados y países para prevenir futuros desastres en distintas regiones. El debate es generalmente apasionado por parte de entes privados, activistas y agentes gubernamentales; muchas estrategias o propuestas han surgido del mismo, así como el reconocimiento de aspectos positivos y negativos de la energía nuclear. Consecuentemente, resulta inaceptable que en México no surja con tal intensidad dicho debate; comienzan a existir declaraciones del sector académico, pero mucho menos, como es de esperarse desafortunadamente, del gobierno e instituciones afines. Su discurso se reduce, en el mejor de los casos, a la negación.

Los temblores o terremotos no son una ocurrencia extraña en distintos puntos y regiones del país. Por un lado podría hablarse de la Ciudad de México y de lo dudosamente preparada que estaría la capital para un terremoto de gran magnitud. Ya de por sí se padecen estragos diarios en el Distrito Federal por hundimientos y grietas generados, entre otras cosas, por la extracción excesiva de agua de subsuelo. Más aun, no lejos de la capital del país, aproximadamente a 250 kilómetros (escalofriantemente la misma distancia de Fukushima a Tokio), se encuentra Laguna Verde en Veracruz con reactores nucleares de la misma marca y diseño que los recientemente averiados en Fukushima Dai-ichi. La región y los reactores de Laguna Verde se encuentran cercanos al mar y en zona históricamente sísmica, que aún cuando no ha registrado temblores mayores a 6.5 grados en la escala de Richter, requiere de medidas preventivas especiales.

No obstante, se afirma que la ocurrencia de un tsunami que afectara a esta única planta nuclear en México es altamente improbable ya que la misma se encuentra en una plataforma continental. Sin embargo, se aseguraba que muchos acontecimientos ocurridos en Fukushima nunca sucederían: que un terremoto o tsunami jamás estropearían una central nucleoeléctrica, que nunca saldría material radioactivo de las albercas donde se almacena el mismo, etcétera. Más aparte, la zona donde se encuentra Laguna Verde es una de abundantes lluvias y huracanes, lo cual también representa una amenaza y provoca constantemente que los caminos de evacuación sean difíciles de transitar, aun cuando la población viviendo en dicha zona en un radio de dieciséis kilómetros es de alrededor de tres mil personas y por tanto menor a la circundante a Fukushima. Pero debe aceptarse que así sea una o un millón, no puede jugarse con el futuro de vidas humanas.

Ante esta realidad, se ignoran las recomendaciones de científicos de la UNAM, que aseguran que los reactores tienen un diseño defectuoso y que un accidente afectaría desde el norte del país, al estado de Nuevo León, hasta el sur, en Chiapas y Tabasco, obviamente incluyendo la basta población de la capital del país y zona conurbana. Pero tal parece que las recomendaciones de suspender actividades y buscar otras opciones para producir energía, que sustituyan el tres por ciento que aporta Laguna Verde en términos de electricidad, tienen a los políticos sin cuidado. En su calidad evidente de no expertos en el tema, certifican, acreditan y aseguran que las condiciones de Laguna Verde son absolutamente diferentes a las de Fukushima y que los veracruzanos y mexicanos pueden estar tranquilos porque el gobierno federal, la Secretaría de Energía y la CFE tienen todo bajo control. Podemos estar confiados de que mientras países líderes en energía nuclear como Alemania, España, China y Estados Unidos, declaran moratoria en las centrales nucleares del tipo, nuestros estándares de calidad son superiores a los de Japón, una de las naciones más poderosas y tecnológicas del mundo, sí, aha, seguramente.

Se espera entonces que se apruebe la Estrategia Nacional de Energía en abril del 2012, para que hasta entonces las autoridades analicen a fondo la situación y determinen si la producción de energía nuclear resulta conveniente o inconveniente. Ok, aquí los esperaremos mientras tanto, un añito, qué puede pasar. Es cierto, el uso de energía nuclear produce mucho menos CO2 que los combustibles fósiles, por lo que constituye una energía más limpia a producir. Claro que nos gustaría que nuestro país estuviera a la vanguardia en el tema, y que de una manera segura pudiera producir este tipo de tecnologías que nos ayudaran a cumplir los compromisos asumidos para reducir gases de efecto invernadero. Desafortunadamente este no parece ser el caso, y aunque lo fuera, es evidente que el camino correcto a seguir es la producción de otras energías alternativas, limpias y mucho más seguras, como la solar o eólica.

Para su integral desarrollo y futuro viable, es claro que un país debe apostarle a la diversidad en producción de energía. Solamente con proyectos de este tipo se respaldará la soberanía, el futuro y la seguridad energética de México. Es interesante observar proyectos provenientes orgullosamente de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México. En días recientes se inauguró el Laboratorio Nacional de Sistemas de Concentración Solar y Química Solar, el primero en Iberoamérica. Dicho laboratorio se encuentra en el Centro de Investigación Energética de la UNAM con el afán de generar energía eléctrica para uso doméstico e industrial (i.e. procesos de tratamiento o potabilización de agua), y suficientemente poderosa para fundir en segundos placas de acero al carbón. No deja de impresionarnos lo que con su presupuesto cada vez más corto ha ido logrado esta institución, así como de indignarnos el pensar lo que podría ser de nuestro país si se le diera el apoyo necesario a estos temas e instituciones.

Oportunidad Histórica

Hace un par de días se anunció el programa de repoblamiento del Centro Histórico como parte de la revitalización del mismo, que se ha enfocado en cerrar calles al uso del automóvil para convertir su uso en exclusivamente peatonal, la adición de dos líneas más de Metrobús que pasan por puntos estratégicos del Centro, incrementar el alumbramiento y repavimentar las calles aledañas al Zócalo capitalino que así lo requieran, etcétera. El plan de repoblamiento, promovido por la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), consiste en ampliar y acondicionar el número de inmuebles en existencia para ocupar, ya sea rentando o comprando en el centro y corazón de la ciudad. Se dijo que hasta el momento, las viviendas disponibles y listas para ocupación eran casi cuatrocientas para habitar a más de mil personas de distintos estratos sociales, ya que las rentas, por poner un ejemplo, oscilan hipotéticamente entre dos y treinta mil pesos. Por tanto, “Vivir en el Centro”, como se autodenomina dicho proyecto, suena como una excelente idea para rescatar una zona del Distrito Federal que se empezaba a despoblar y por lo mismo a presentar distintos conflictos y dilemas urbanos y cotidianos como el de la inseguridad. Con el interés y genuino compromiso y asistencia del gobierno capitalino podría pensarse que tal objetivo no tiene posibilidades de fracasar.

En términos de sustentabilidad dicho proyecto no podría ser más oportuno. La idea es promover la vivienda en una zona autosustentable (donde una persona puede vivir, trabajar, recrearse, etc.) y que minimice al máximo los traslados largos y característicos de la Ciudad de México. Quien conoce la zona que reside entre La Alameda-Bellas Artes y la plancha del Zócalo con su imponente Catedral y alrededores, tendrá que admitir que fuera del número excesivo de personas que concurren en ocasiones en dicho lugar, el recorrido de un punto a otro es más que sublime. Mas aparte, la mitad del proyecto o planteamiento ya está solucionado, en esta área se encuentran comercios, restaurantes, bares, oficinas, museos… prácticamente de todo. Podría inclusive plantearse, que alguien viviendo en esta zona y con una cultura ciudadana mínimamente responsable, podría fácilmente prescindir del automóvil (no hay nada más disfrutable que caminar por el Centro y nada más insufrible que pasarlo por automóvil en hora pico). La problemática comienza, cuando fuera de un par de noches en fin de semana, la vitalidad de este hermoso recinto desaparece casi completamente en horario nocturno, muy poca gente vive o transita en sus calles, las cuales en respuesta se vuelven solitarias e inseguras. A eso debe sumársele el prejuicio proveniente de los flancos que rodean a las calles principales del Centro Histórico capitalino: los barrios de La Lagunilla al norte, Tepito y la colonia Morelos al noreste, La Merced al sureste y la Doctores al suroeste; barrios bajos, zonas históricamente relegadas e inseguras, sectores informales, o como quiera llamárseles.

En gran parte, es esta periferia la que aviva al Centro de la ciudad, así sea en gran medida con labores informales, y es la misma que no puede dejarse atrás en este proyecto. Aun teniendo varios aspectos positivos, debe evitarse el repetir el repoblamiento y la revitalización aburguesada que se dio sobre Reforma. La transformación urbana de esta legendaria avenida tiene muchos puntos efectivos a replicar; ha sido una revitalización basada en la mezcolanza de actividades, la sofisticación del transporte público y la creación de una cultura que se ha ido desprendiendo del automóvil y retomando prácticas no sólo más sustentables sino también más eficientes. Por lo mismo, su vitalidad y desarrollo económico crece día a día. Lo mismo pasa en zonas como la Condesa, la Roma o Polanco, cuyas estructuras comienzan a fallar precisamente por la congestión y el uso indiscriminado del automóvil. También debe reconocerse que tales colonias siguen privilegiando a los sectores opulentos de la sociedad, aun cuando se cuelen, como en todo México, los empresarios informales a ganarse la vida en algunas esquinas lujosas.

Por lo contrario, el Centro Capitalino tiene una oportunidad histórica de romper con tal paradigma. No debiera permitirse que las rentas que se anuncian a dos mil pesos se encuentren solamente en las calles inseguras o en los barrios donde prevalece la inseguridad, las construcciones deterioradas, problemáticas con los servicios básicos, etcétera. El desarrollo en los próximos meses de la situación en el Centro Histórico es muy delicado. Debe por supuesto trabajar el gobierno capitalino en el acondicionamiento de dichas áreas para ofrecer una vida digna a sus habitantes. Sin embargo, hemos vislumbrado a nivel mundial efectos adversos en ciudades como Londres o Nueva York, que cuando esto sucede, el valor de las propiedades se incrementa, desplazando así a los pobladores humildes que ya no pueden pagar rentas elevadas. Un gobierno de izquierda no puede permitir dicha situación y debe proteger a toda costa a dichos inquilinos. También podríamos confiar en el coraje característico de los pobladores de los denominados barrios bajos, que difícilmente permitirían que se les desplazara. Esta es la oportunidad de comprobar (como se ha hecho en algunos países europeos como Alemania) que el forzar, ya sea por factores económicos, políticos o sociales, que distintos estratos sociales vivan aislados, debilita enormemente el tejido social de una ciudad o país, incrementa la brecha entre ricos y pobres, resulta insostenible ambiental y socialmente… ultimadamente, conlleva a fracturas que con el tiempo resultan insostenibles y evitan el saludable desarrollo y progreso de una nación.