miércoles, 2 de junio de 2010

Hambre de justicia

Con varios integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas hospitalizados y otros tantos con problemas de salud por su prolongada huelga de hambre masiva, iniciada ya hace más de un mes, el mismo gobierno que condenó al gobierno cubano por su actitud ante los huelguistas de su país, se muestra insensible ante la huelga de hambre en el Zócalo capitalino y en Toluca, y continua cegado por entregar el patrimonio energético nacional a manos privadas y rapaces.

Mientras tanto, los electricistas continúan poniendo su vida en peligro y recibiendo agresiones físicas y verbales a diario, no sólo en el Distrito Federal y en el Estado de México, sino también en manifestaciones en varios puntos del país, como en los estados de Hidalgo y Morelos. No obstante, también hay muchos que los siguen y apoyan, no se puede olvidar que la huelga que planeaba ser integrada por cincuenta individuos, finalmente es hoy por hoy conformada por cerca de cien personas, hombres y mujeres que empiezan a descender en numero, pero no por falta de convicción o ideología, sino por hambre, no sólo física, sino también de justicia, término claramente en peligro de extinción en este país.

Mientras tanto, la Ciudad de México amenaza con colapsarse por falta de personal, mantenimiento y un adecuado suministro de energía por parte de la Comisión Federal de Electricidad, y la mejor solución en la que pueden pensar Calderón y sus adeptos (Georgina Kessel y Javier Lozano), es la de excusarse responsabilizando a los trabajadores de la extinta Luz y Fuerza del Centro de los recurrentes apagones en el centro del país, cuando éstos han formado un movimiento que se ha caracterizado por su pacifismo. Los habitantes de la Ciudad de México y zona conurbada ya comprobamos que CFE no tiene la infraestructura para abastecer a más de veinte millones de mexicanos en el centro del país de energía eléctrica. Ya nos quedaron claras también las reales intenciones privatizadoras del grupo en el poder y la falta de voluntad para resolver las problemáticas políticas, sociales y laborales que se han desarrollado a raíz de la extinción de LyFC. Ahora, la única y reducida esperanza reside en la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación frente a la constitucionalidad o anticonstitucionalidad de dicha extinción. Lo preocupante es que conforme más tiempo transcurra, más peligra la salud y vida de los integrantes del SME en huelga de hambre, sin que nadie en el gobierno federal se digne a dialogar en pos de un acuerdo en beneficio de la nación.

Todo por entregar la fibra óptica que fue instalada a lo largo y ancho del territorio nacional, y cuyo costo ascendió a 35 mil millones de dólares, recursos que salieron de las bolsas de todos los mexicanos, y ahora se licita con dedicatoria para Televisa y Telefónica en poco más de 800 millones, y aun así, esas empresas beneficiadas se dan al regateo.

Debe reconocerse que el panorama es poco alentador. En el plantón del Zócalo se intenta implementar un ambiente de cultura y educación social con la organización de conciertos y pláticas en torno a problemáticas de índole social o político. Se venden artesanías, libros de filosofía y dvds de movimientos y personajes históricos como el del 68’ o del Che Guevara y Pancho Villa. Se entregan periódicos independientes y panfletos de información. Sin embargo, no se presencia la masiva visita de mexicanos que invadían la explanada más grande del país y sus calles aledañas en los meses postelectorales del 2006. Esos sí eran tiempos de esperanza, se mostraban documentales culturales, se jugaba ajedrez en las calles, los niños recibían clases de pintura…ahora estas actividades se vuelven imposibles por causa de la represión y una campaña de descrédito nacional. Como en los periodos más oscuros de la historia de nuestro país, se intenta criminalizar los movimientos y las protestas sociales. Desafortunadamente, después de recurrir a todas las instancias legales, el apoyo y la solidaridad a los trabajadores del SME no se muestra suficiente para revertir la injusticia que se implanta sobre ellos y el resto del país y su industria energética como se mostró en momentos claves de nuestra historia reciente como fue el desafuero y el movimiento en contra de la privatización de la industria petrolera.

Y aun así hablan de actos de sabotaje por parte de los trabajadores del SME, cuando la realidad es que sí es un acto de sabotaje, pero del gobierno federal y la oligocracia en contra de nuestro país, en contra de México.