lunes, 13 de junio de 2011

Lanzando flores en medio de la noche

“Es una vergüenza el nada hacer cuando la guerra de todo se apodera.” – subcomandante Marcos

El sábado pasado salieron unidos por el dolor cerca de mil personas de Cuernavaca, Morelos primero y después de la capital del país con destino final a Ciudad Juárez, una de las ciudades más dolidas de nuestra nación. Con el canto de un caracol, trece autobuses y varios vehículos particulares dieron la vuelta a la glorieta del Ángel de la Independencia mientras intentábamos despedirlos con la mayor vitalidad posible el número insuficiente de personas que nos reunimos ese día. Conmovidos nos quedamos con las siempre poéticas palabras de Javier Sicilia y demás compañeros que se unen al sufrimiento de otros padres, de otras madres, de otros hijos, de otros mexicanos. Nos quedamos bajo la promesa de no permitir que la apatía nos borre el rostro y la identidad, nos quedamos bajo el compromiso de construir paz, nos quedamos en la noche que se nos ha impuesto pero sabiendo que más arriesgamos quedándonos callados.

Y así, la Caravana del Consuelo, como se ha autodenominado, y que sin duda es parte de lo que ha provisto, pasó primero por los estados de Michoacán y San Luis Potosí. El lunes 6 de junio, llegó a mi abatido estado natal, Zacatecas; aquel que ha sufrido impresionantemente, aquel que se ha transformado, como tantos otros, en un espacio irreconocible y hostil. Y así, su tierra colorada, y así su:

… típica montaña

que, fingiendo un corcel que se encabrita,

al dorso lleva una capilla, alzada

al Patrocinio de la Virgen.

Altas

y bajas del terreno, que son siempre

una broma pesada.

Y una Catedral, y una campana

mayor que cuando suena, simultánea

con el primer clarín del primer gallo,

en las avemarías…

como habría de componer y declamar el poeta zacatecano Ramón López Velarde, así, todas estas bellezas han quedado en el olvido y han sido remplazadas por la sangre que nos inunda y nos lacera.

Ante esta realidad que me es personal pero que sé perfectamente no es exclusiva de ninguna ciudad o estado del país, se nos presenta la prueba irrefutable de la incapacidad de Felipe Calderón, junto con tantos otros gobernantes, para garantizar paz y legalidad. Día con día nos dan razones para entender de una vez por todas que son incapaces de gobernar. Precisamente en Zacatecas, se condenó el allanamiento de las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte por la Policía Federal en Ciudad Juárez el domingo pasado. Qué se pretende con estos delitos institucionales. ¿Qué quiere borrarse o eliminarse? Por más que roben expedientes el dolor y la injusticia jamás desaparecerán de la realidad y de sus conciencias. Será que quieren que perdamos la razón y actuemos con violencia para que después puedan condenar nuestra causa. Sicilia ayer afirmó que eso no sucederá, aseguró que desde su movimiento no se contribuirá a incrementar la espiral de violencia, “que sus juegos de guerra nos lastiman y nos indignan, pero que vamos a desobedecer todo mandato de guerra e inhumanidad”.

Esperanzadoramente, se reunieron más de mil personas en la Plaza de Armas de mi ciudad alrededor de las tres de la tarde en este inicio de semana. Se escucharon denuncias ciudadanas que nadie más, en especial nuestras autoridades, quieren escuchar. Al llegar a Durango, la gente salió a las calles de noche a recibir la Caravana, hecho inédito por la inseguridad desde hace varios meses. También se mostró una exposición de zapatos de muchos de los muertos de esa ciudad y estado, imaginen el significado de tal acto y la conmoción que ha de causar el presenciarlo. Cómo no quebrarse en llanto, ya no digamos al escuchar, sino simplemente al leer la denuncia de un padre cuya hija fue asesinada hace ocho años y cuyo caso no ha sido esclarecido y nos dice: “Se fue mi golondrina, no sé por dónde, por eso no puedo despedirme”. Qué más necesitarán nuestras autoridades para conmoverse, para actuar, para rectificar. Qué más necesitas tú, mexicano, para despertar, para evitar que secuestren a tu patria, para que mañana la víctima no seas tú.

Por eso, junto con la comunidad zapatista, no puede más que reconocerse el caminar y esfuerzo de la Caravana que encabeza el poeta Javier Sicilia; no puede más que admirarse su compromiso para asegurar que no se repitan más desgracias y termine de una vez por todas esta tragedia sostenida principalmente por la impunidad y desvergüenza de nuestros gobernantes y políticos. Causas hay muchas, hace dos años murieron 49 pequeños cuyo pecado fue el de nacer en un país reinado por el nepotismo, la irresponsabilidad y la corrupción. Así, la desgracia ha llegado prácticamente a todos nuestros hogares, sin que la esperáramos ni la mereciéramos. Como declaró Marcos en su última carta: “La muerte de una niña, de un niño, siempre es desproporcionada. Llega atropellando y destruyendo todo lo cercano. Pero cuando esa muerte es sembrada y cultivada por la negligencia y la irresponsabilidad de gobiernos que han convertido la ineptitud en negocio, algo muy profundo se sacude en el corazón colectivo que abajo hace andar la pesada rueda de la historia.” Y como se dijo también el pasado lunes en la ceremonia Un minuto por no más sangre, encabezada por caricaturistas y académicos mexicanos, ya son 40 mil ejecuciones, casi 19 mil levantones, más de 5 mil desaparecidos y 200 secuestros masivos de migrantes. La seguridad debe ser una garantía, no un pretexto para generar más violencia, y mucho menos la violación de los derechos humanos y universales de nuestros conciudadanos.

“Nos han matado muchas veces pero aquí estamos resucitando al país.” – Lydia Cacho

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