viernes, 4 de marzo de 2011

LA DERECHA AL ATAQUE. José de Jesús Reyes Ruiz del Cueto

En las últimas elecciones legislativas del 2010 en la Unión Americana, el presidente demócrata Barack Obama sufrió una gran derrota caracterizada por la pérdida de la mayoría democrática en la cámara de representantes y significativas pérdidas en el senado también (aunque este último sigue con mayoría demócrata). Sin embargo, esta gran perdida también se pudo ver en las tantas elecciones locales que tomaron lugar ese primer martes de Noviembre del año pasado. Doce de los cincuenta estados del país en la frontera norte cambiaron de manos demócratas a manos republicanas; entre ellos los importantes y altamente poblados estados de Florida, Ohio, Pensilvania, Michigan, Iowa, Nuevo México y Wisconsin. Todos estos resultados demostraban por un lado el descontento popular con las promesas fallidas del joven presidente Norteamericano y también la gran y exitosa movilización del partido conservador que uso al “Tea Party” (Partido del te, usando referencias a la revolución americana del siglo XVIII) como su base. Tan solo tres meses después de las elecciones de Noviembre, ya se puede ver en el horizonte como la derecha del aquel país esta atacando con toda fuerza y poder renovado no solo a Obama pero también a los intereses de la clase trabajadora.

Ejemplos los hay por todos lados, vasta ver y analizar el ridículo intento de los republicanos de pasar una reforma que invalidaría la reforma al sistema de salud previamente pasada e impulsada por Barack Obama. Obviamente, tal intento fue solo significativo e inmediatamente desechado por el Senado, todavía en manos demócratas. Pero mucho menos significativo y mucho más real, son los intentos en varios de los estados nuevamente republicanos tratando de quitarles sueldos y beneficios a trabajadores del estado como maestros, bomberos, policías, secretarias, etc. Estos intentos son encabezados por el nuevo gobernador republicano Scott Walker, un republicano que solo 22 días después de asumir el cargo de gobernador de Wisconsin, tomo la decisión de recortar salarios y quitar prácticamente todos los beneficios a tales trabajadores públicos. Su excusa fue la que siempre usan todos los poderes conservadores cuando quieren quitarle cosas al pueblo: “ya no hay más dinero” y “si no hacemos esto, iremos a la bancarrota”. Tales argumentos son, en mi opinión, totalmente inválidos, ya que miles si no es que millones de dólares en dinero presupuestario son dirigidos a sueldos de altos funcionarios, incentivos y subsidios a grandes compañías y corporaciones, además de enormes deducciones de impuestos a los más apoderados en aquel país (casi siempre los dueños de tales entidades de negocios); y eso es sin mencionar el innecesario gasto público que se da a la supuesta “seguridad” del país, dinero desperdiciado en armamentos e inteligencia que solo promueve la violencia internacional y en muchas ocasiones no sirve para proteger a los ciudadanos de desastres como el huracán Katrina o el mismo ataque terrorista del 11 de Septiembre.

Sin embargo, estos débiles argumentos fueron aceptados por los trabajadores del estado, los cuales, dispuestos a negociar, aceptaron los términos que el gobernador Walker les ponía en la mesa. Siendo sensibles e incluso ingenuos, los sindicatos aceptaron que la mayoría de Estados Norteamericanos estaban en serios problemas financieros que tenían que ser solucionados através de cortes en el presupuesto como este. Pero no satisfecho con lo que había obtenido este gobernador de derecha, este se lanzó a la yugular de las instituciones en defensa de los trabajadores tratando también de quitarles los derechos de negociación que tienen los sindicatos, estableciendo para el futuro no solo la reducción de salarios pero la incapacidad de tales sindicatos de negociar por mejores salarios o mejores beneficios; básicamente quitándoles todo el poder a estas instituciones para evitar futuros problemas (negociaciones) con ellas. Ahí es cuando los sindicatos y los trabajadores despertaron, no solo en Wisconsin pero en todos los estados del país que intentan implementar medidas similares, y comenzaron un movimiento pacífico pero masivo, interesante e importante en la defensa de los derechos del trabajador. Este movimiento popular, aunque tal vez poco popular y seguido en bajos niveles por la prensa fuera de los Estados Unidos, ha sido importante en detener y retrasar el ataque conservador y también ha expuesto a los lideres conservadores (como Scott Walker) como lo que verdaderamente son: borregos de los poderes corporativos y económicos de Wall Street y no verdaderos representantes de la gente.

Esta exposición tuvo su momento cumbre cuando se dio a conocer una llamada telefónica en donde el editor de una publicación electrónica de tinte izquierdista basada en Búfalo, Ian Murphy, pretendió ser el ultraconservador empresario David Koch hablándole al gobernador de Wisconsin y dándole consejos de cómo contener las revueltas de trabajadores. Walker, no solo preocupado y nervioso al hablar con una figura tan importante dentro del mundo conservador, mostró su lado obscuro cuando dijo ya haber pensado en infiltrar el movimiento con incitadores de violencia para hacer ver a los sindicatos como rebeldes y anti-pacíficos en los ojos de los medios de comunicación; pero que se sentía ambivalente al respecto porque no quería que el asunto se fuera a hacer demasiado grande. Entre otras cosas, el gobernador quedó como un absoluto subordinado de los poderes financieros que probablemente le ayudaron a ganar la elección y también como alguien dispuesto a usar todas las tácticas posibles, por sucias y antidemocráticas que sean, para desacreditar el movimiento de trabajadores. No solo por esta llamada telefónica, sino por varias entrevistas que ha dado a los medios, el gobernador Walker también se ha dejado ver como un líder sumamente prepotente que no esta dispuesto a negociar absolutamente nada y que pretende llevar a cabo su gobierno como un absoluto dictador.

Ante tales sucesos, solo nos queda esperar que los asuntos se resuelvan dentro del marco legal y a favor de los trabajadores que si no mejores salarios y beneficios, sí merecen sus básicos derechos a negociar ante el todo poderoso estado. Y también cabe hacerse la pregunta de por qué tales líderes fueron “democráticamente” elegidos por el pueblo, cuando se sabía sus intenciones (una de las excusas del actual gobernador es que esa fue una de sus promesas de campaña) y sus tácticas. Es cierto que el presidente demócrata a cargo de los Estados Unidos ha dejado mucho que desear en su desempeño como alguien de centro-izquierda y en varias ocasiones ha hecho compromisos innecesarios con el partido republicano; sin embargo, ya es hora de que el pueblo Norteamericano se de cuenta que el movimiento conservador no está para defender a los ciudadanos sino esta y siempre estará del lado de los grandes negocios.

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