miércoles, 16 de marzo de 2011

¿¡Vegas baby!?

La mayoría de la gente tiene uno de los siguientes dos puntos de vista: que la ciudad de Las Vegas es quizá una de las más grandes utopías en existencia, o que la misma es la más grande aberración distópica. Popularmente calificada como la Capital Mundial del Entretenimiento y la Ciudad del Pecado, podría decirse que es también la ciudad post-urbana por excelencia; destino turístico premier, espectáculo artificial, urbe simulada, paisajismo de exceso, parque temático… al mismo tiempo que un destino de migrantes y trabajadores, hogar de suburbios cercados donde residen magnates retirados, basada en un modelo de uso indiscriminado de recursos, replicante de un terrorismo ambiental, practicante de una política urbana fragmentaria, urbe sin identidad ni cultura… una de las ciudades más visitadas en el mundo, pero quizá también, una de las más infames.

¿Aseveraciones extremas y agresivas? Veamos. Esta ciudad alejada de la realidad y autenticidad en varios sentidos, contiene una de las densidades más bajas de Estados Unidos (aun cuando ha ido creciendo en población fija en los últimos años), y aun así, por su ubicación en medio del desierto y costumbres estrafalarias (i.e. albercas y campos de golf al por mayor), resulta en una de las ciudades menos sustentables del mundo. El abastecimiento del agua de esta urbe proviene, vía el río Colorado, del lago Mead, que en realidad es un depósito creado por la presa Hoover. Este lago o depósito se encuentra aproximadamente a cincuenta kilómetros de Las Vegas, sin embargo, a su vez capta su agua de la disolución de nieve de las Montañas Rocosas de los estados de Colorado, Utah, y hasta Wyoming, a más de mil kilómetros de distancia. El nivel del Lake Mead, a su vez, tiene hoy en día tres veces menos agua que en su creación en los cincuenta, lo cual, a menos que se decida tomar agua de aún más lejos, dificultará enormemente el sustento de los patrones de consumo de agua, entre otros recursos, de esta ciudad. Su excusa es que otras industrias, como la agraria, serían aún menos eficientes y producirían menos ganancias con un consumo mayor de recursos naturales y esenciales como el agua. Pero la realidad es que Las Vegas es extravagante e irresponsable, se extiende sin sentido ni regulación, y está dejando una huella lastimosa en su desenvolvimiento y en su intento por desafiar a la naturaleza y su funcionamiento.

Por otro lado, Las Vegas es una zona de cero tolerancia hacia la pobreza urbana. Aunque no lo percibamos a simple vista, el dominio o espacio público es prácticamente inexistente en esta ciudad. Quizá se tolere la embriaguez y sus derivados en varias calles y sitios de Las Vegas, siempre y cuando venga de turistas consumistas. Por lo contrario, la miseria no es bien vista, aunque existente en esta localidad. Las banquetas, por ejemplo, son propiedad de los hoteles, casinos o establecimientos privados contiguos a ellas, y por ende, dichas entidades tienen el derecho y la costumbre frecuente de pedir o forzar que no sean usadas por personas que no tengan el aspecto correcto, individuos que en su mayoría son los ciudadanos o residentes que brindan servicios y sostienen a esta ciudad; varios, como sería de esperarse, de origen mexicano o latino. El destino de estos trabajadores, podrá no sorprendernos tampoco, es el de trabajar en empleos mal pagados, en sectores como la limpieza o construcción, sin la posibilidad de sindicalizarse o protegerse; el destino de su procreación: un hogar sin espacio público o lugares de esparcimiento, al igual que sin justicia y libertad.

Tal realidad, convierte a Las Vegas en un espejismo, un Mirage, una ciudad inexistente o simulada, necesitada de exagerar su consumo y entretenimiento para competir y atraer la atención internacional; carente de identidad y cultura para sus ciudadanos, quizá inclusive, carente de ciudadanos o al menos de los privilegios que los mismos merecen. Las Vegas está compuesta de réplicas o simulaciones de ambientes urbanos de distintas partes del mundo, pero todas son obviamente una aguda abreviación y simplificación de las mismas, una recreación de espectáculo, una dúplica únicamente visual; realmente el urbanismo o la planeación de esta “ciudad” es inexistente, y por ende, también lo es su definición como tal. Más bien un conglomerado, basado en la mercantilización, el consumo, y el espectáculo, es el capitalismo llevado al extremo con un estado inexistente, al igual que los impuestos; con qué entonces mantener una supuesta ciudad, no es posible. Las Vegas es más bien un intercambio de agentes privados y poderosos, nada más.

…supuestamente e ideada como una utopía tropical y confortable, resultó precisamente en lo contrario.

No hay comentarios: