martes, 29 de marzo de 2011

En sentido contrario a la sustentabilidad y el desarrollo

La mayoría de los zacatecanos sabemos varias penosas realidades del proyecto denominado Ciudad Gobierno. Que constituye una obra millonaria y costosísima al bolsillo de los habitantes de esta entidad, que ha retrasado su ocupación total por falta de presupuesto para equiparla, que ha implicado un endeudamiento colosal, que se han encontrado ya varias fallas de diseño y construcción, que es un monumento al derroche proveniente de un gobierno que duplicó su aparato burocrático en su sexenio, que propició una serie de negociaciones turbias en su desarrollo… y la lista sigue. Por otro lado, es muchas veces presumido su proyecto madre, Ciudad Argentum, como seductor de inversiones privadas y detonador de desarrollo económico y urbano. Sin embargo, ambos son más un concepto que una realidad; no por ver edificios construidos se puede asumir que el proyecto de Ciudad Gobierno esté finalizado, ni por escuchar que Ciudad Argentum es un proyecto sustentable y positivo podemos asegurar que así será.

Ambos proyectos están fundados en el concepto de las ciudades satélites; ejemplos similares, al menos en concepción, son Angelópolis en Puebla y Santa Fe en la Ciudad de México. Dichos proyectos afirman estar fundados en el interés de generar empleos, acrecentar el desarrollo comercial, atraer inversiones, dar ordenamiento a las ciudades en donde se desarrollan, etcétera. No obstante, tales desarrollos resultan más bien en la creación de zonas de exclusión, espacios privados y controlados, centrados en el uso del automóvil, y en donde la gente que provee servicios, como el de limpieza, o enfermos visitando el sector salud, se enfrentan con dificultades enormes para transportarse de sus hogares a sus empleos o destinos.

Por tanto, en temas de sustentabilidad, tanto Ciudad Gobierno, como su más grande extensión, de Ciudad Argentum, fallan en varios aspectos. La Ciudad de Plata, por significar argentum plata en latín, afirma ser un proyecto sustentable que incluirá áreas verdes y usos mixtos. En inicio este planteamiento resulta positivo. Sin embargo, es ya claro que sustentable, al menos así como está planteado, no será. El proyectar un campo de golf privado en una zona semidesértica no califica ni como área verde, mucho menos sustentable y obviamente tampoco como área pública que sería lo ideal y necesario en nuestra capital. En Ciudad Gobierno se proyectó la creación de cuatro plazas: La Quemada, Santa Mónica, Altavista y Zacatecana. Algunas de ellas podrán existir en teoría, por ser espacios abiertos con alguna escultura o arbusto que dará sombra en algunas decenas de años. Sin embargo, las imágenes de diseño que planteaban la congregación de personas en ellas son claramente un engaño que no se concretará, ya que el miope diseño arquitectónico no supo de manera simple generar espacios confortables para que trabajadores, visitantes, enfermos, etcétera, los pudieran utilizar.

Por otro lado, como habíamos brevemente mencionado, otro factor de terrible falta de sustentabilidad, es que estos desarrollos tengan una visión centrada en el automóvil y no en el peatón. Vasta recalcar que en Ciudad Gobierno no existen ni las banquetas. Caminar de uno de los pocos edificios que funcionan a otro es toda una odisea, como cruzar un desierto, ni una sola sombra. Habría que imaginar los trayectos de las personas que llegan en rutas y sin automóvil. Es de recalcar que el uso de tecnologías verdes en la construcción de edificios no es suficiente para llamarse sustentable. El diseño arquitectónico y urbano simple y económico, es muchas veces más fructífero que un techo verde o unos paneles solares (que son costosos y deben usarse como complemento a un diseño responsable).

El fundamento de atraer usos mixtos en Ciudad Argentum (comercial, habitacional, corporativo, laboral, gubernamental, educativo, recreativo) es bueno. Sin embargo, a tiempo de concretarse, resulta insuficiente cuando se debilita con una planeación urbana que plantea extenderse sin estrategia o razón, sin un sistema adecuado de transporte público, sin la creación de espacios públicos e incluyentes, etcétera. Como adición, el proyecto presentado en Zacatecas utiliza el argumento de que con esta ciudad satélite se lograrán conservar los inmuebles históricos del centro sin afectarlos o modificarlos al ser adecuados a las necesidades presentes de instancias gubernamentales, entidades comerciales, espacios recreacionales y residencias, y así preservar el Centro Histórico Zacatecano como un ente únicamente turístico. Tal argumento ya es de inicio problemático, porque promueve una posible degradación y abandono de este recinto colonial en lugar de su revitalizamiento, de nuevo, con un enfoque peatonal y denso que sea disfrutable y dinámico.

Se pretende proveer de “infraestructura e instalaciones que permitan las actividades propias del ejercicio gubernamental”. Sin embargo, en el afán de modernizarnos visualmente estamos olvidando diálogos actuales e importantes en temas de urbanismo, desarrollo y sustentabilidad, que aunque no vislumbremos todavía los males que enfrentan ciudades más grandes, como el Distrito Federal, son esenciales para el progreso de nuestra Ciudad. Promotores de los proyectos mencionados nombran a Zacatecas como un lugar en “el que se vive en las calles que se desbordan gracias al genio de su cantera y el inagotable talento de pintores, escultores y poetas.” Frase ciertísima, pero completamente contradictoria a los mismos planteamientos. Pintores, escultores y poetas, los genios de nuestro estado, como del mundo, son precisamente los que viven de caminar en las calles, disfrutar su cultura, aprovechar su vitalidad económica y callejera. Por esto resulta imposible vislumbrar a Zacatecas como una ciudad de automóviles, fría y lejana a las necesidades del ciudadano promedio… Es un error pensar que nuestros procesos serán más agiles en los prototipos antes mencionados, les falta planeación, les falta cultura, les falta identidad, les falta realidad.

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