martes, 12 de julio de 2011

Seamos realistas y hagamos lo imposible

“La única lucha que se pierde es la que se abandona.” – Ernesto ‘Che’ Guevara

Tengo que admitir que me he encontrado falta de inspiración y entusiasmo para escribir, como casi a diario lo hago, acerca de temas que me parecen relevantes; no cabe duda que la inspiración es necesaria para cualquier redactor y no sólo para los que escriben poemas sublimes o composiciones armónicas. Si bien intento siempre escribir de temas que me son familiares y de los cuales tengo conocimiento o aproximación a ellos por mi profesión, en esencia para mí tienen un profundo contenido social y hasta político. Puede no parecer así a simple vista, pero mi compromiso e ideal es el luchar desde mi trinchera por un mejor panorama para mi entorno, país y más allá, en todos los sentidos. Pero, debo decirlo, aunque siempre he sostenido que la esperanza y la lucha deben ser lo último que muera, ya que sin estos componentes todo pierde sentido, en estos momentos lo veo todo gris, oscuro, nublado, frío… esta realidad me duele de sobre manera. Algunos de ustedes podrán ya suponer que parte de mi ánimo se debe a los comicios que acaban de darse el fin de semana pasado en diferentes regiones de nuestra dolida nación, y no se equivocan. Sin embargo, no estoy segura de tener nada que decir o querer hacerlo; habiendo leído y escuchado un sinfín de opiniones en los días pasados, me encuentro sin energía o disposición para elaborar más al respecto.

Sin embargo, este show llamado vida debe continuar, y de este modo, mi esperanza (así como un gran miedo, debo aceptarlo) se resguarda en la ciudad que me ha dado cobijo en los últimos tres años; una que admiro y de la cual he aprendido y disfrutado enormemente. Con todos sus bemoles, veo en la capital de nuestro país la apertura y el progresismo que podría, algún día (esperemos no muy lejano), sacarnos adelante. En la posibilidad de que esto suceda, desafortunadamente se nos cruza nuevamente en nuestro camino una disciplina que debería ser gloriosa y en cambio es casi siempre infame, la política. Junto con las elecciones para elegir al ejecutivo federal el próximo año, donde me gustaría utópicamente pensar que todo puede pasar y realísticamente prefiero sacarlas de mi mente, se decidirá también el futuro de la capital mexicana mínimamente por seis años, o quizá por mucho tiempo más. No pretendo hacer un análisis político ya que ni estoy calificada ni dispuesta. Lo que sí me gustaría es que los que formamos, de una u otra manera, parte de esta gran urbe, comencemos seriamente a analizar qué es lo que necesita esta metrópoli primero y nuestro país después, para alcanzar un futuro viable y alentador. ¿Qué se ha hecho bien? ¿Qué se ha hecho mal? ¿Qué no se ha hecho?

Claramente, yo puedo decirles que mi visión considera que no hay más alternativa que la izquierda, para todas y cada una de las regiones de nuestro país, creo que una buena porción de Latinoamérica nos lo ha demostrado, junto con nuestras múltiples derrotas ahora que nos encontramos pegados a la derecha. Pero qué significa esto en términos reales para encontrarnos en una ciudad y país que nos haga sentirnos seguros y prósperos. Qué componentes o políticas ayudarán a nuestra economía y viabilidad social. Varios expertos y políticos han comenzado a opinar (o a hacer campaña). Pues bien, regresando a mis temas en cuestión urbana existen muchos puntos a analizar: movilidad, desechos urbanos, acceso al agua, informalidad, servicios básicos, infraestructura, obra y espacios públicos, inequidad social, educación cívica y urbana, oportunidad e interconexión social, participación civil, sustentabilidad, turismo, apoyo a ciencia y tecnología, apoyo al sector cultural… En fin, hay mucho que hacer, sin dejar de reconocer que algunos caminos ya se han comenzado a trazar. Para lograrlo, nuestros próximos gobernantes no sólo necesitarán un conocimiento profundo de estos y muchos otros temas más, sino que también deberán estar rodeados de profesionistas capacitados y no de amistades, adeudos de campaña o intereses particulares. Sólo el compromiso público a corto, mediano y largo plazo deberá imperar.

El rumbo que debemos de seguir como sociedad-gobierno, en una de las ciudades más grandes y habitadas del mundo, es aquel que nos conduzca a más y mejores iniciativas de transporte público; recuperación de espacios verdes y públicos; acceso a vivienda digna (entre otras cosas como salud y educación); revitalización y cuidado de zonas rurales en la ciudad; reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; recarga de mantos acuíferos; protección de suelo de conservación; recolección de aguas pluviales; mejor manejo y cuidado de nuestros recursos naturales; tratamiento de aguas; participación ciudadana en la política pública; erradicación del analfabetismo; oportunidades para las nuevas generaciones; etcétera. Cuando los gobiernos implementen las políticas públicas antes mencionadas de manera eficiente y completa, será cuando podamos empezar a ver el amanecer y un rayo de luz después de la tormenta. Pero eso no sucederá a menos de que nuestra exigencia y demanda sea dura, persistente e inamovible.

“Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro.” – Ernesto ‘Che’ Guevara

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