lunes, 4 de julio de 2011

Inundando nuestro futuro

Desafortunadamente, no es la primera vez que escribo acerca de este tema. Como tantos otros analistas, año con año tenemos que encontrarnos con la noticia de inundaciones y afectaciones en el estado de México. Es inevitable, como ciudadano independiente, no tomar este tipo de eventos en cuenta para determinar lo inviable que resulta sostener a gobiernos que por décadas han mostrado ineptitud y desinterés por remediar un mal previsible y por todos conocido, mientras miles de hogares del estado de México se inundan y con ello se afecta enormemente la vida y patrimonio de miles de mexiquenses de manera recurrente. A nivel local y federal se demuestra una vez más la nula voluntad política para evitar que un fenómeno natural resulte en el insalubre derramamiento de aguas negras sobre múltiples viviendas en esta zona del país. Sólo nos queda suponer que los políticos de este estado han tenido siempre otras preocupaciones y sus delirios de grandeza han evitado cualquier tipo de acción necesaria para prevenir los desastres que se han vuelto a dar en estos días. La repetida auto-exculpación de los políticos y funcionarios sólo puede provocarnos enojo e indignación, como en el caso del ex presidente de Ecatepec, ahora aspirante a gobernador, Eruviel Ávila, quien en sus repetidos mandatos no ha podido solucionar o aliviar tales problemáticas en dicho municipio.

Otro funcionario al que le gusta evadir responsabilidades es al secretario de Agua y Obra Pública del estado de México, David Korenfeld, quién no sólo culpa a la Conagua (que en efecto es responsable), sino también al Gobierno del Distrito Federal por no garantizar un buen trabajo de bombeo. Podría perfectamente argumentarse que se necesita trabajar de manera conjunta en el caso del DF y el estado de México, pero de ninguna manera puede culparse a un gobierno externo de los males propios. El que estas situaciones climatológicas se salgan del alcance de cualquier gobernante es inaceptable. En estos días, los municipios más afectados son los de Ecatepec (cuyo presidente electo para el mandato 2009-2012 se encuentra en campaña electoral) y Nezahualcóyotl, dejando a más de tres mil damnificados. Es de suponer que las recomendaciones que se han hecho desde hace más de diez años por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para que se tomaran las medidas necesarias para evitar las periódicas inundaciones en varios municipios del estado de México no han sido suficientes ni para los organismos federales competentes, ni para los gobiernos del estado de México a todos los niveles. Varios funcionarios y gobernantes tienen la obligación de solucionar las problemáticas de infraestructura que permiten que estos desastres ocurran y crear estrategias para prevenirlos, en lugar de sólo tomar medidas insuficientes después de que los fenómenos atmosféricos tienen lugar.

Hace menos de tres meses, Felipe Calderón se dio el lujo de asegurar que nunca más habría inundaciones catastróficas gracias a la nueva planta de bombeo en Ixtapaluca que justo estaban inaugurando él, junto con el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto y José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua. Sin embargo, poco más de un mes después, los diques del canal de La Compañía reventaron e inundaron miles de viviendas, así como inhabilitaron la autopista México-Puebla; ahora, tres meses después, se repite el desastre en Neza y Ecatepec, donde en algunas casas el agua alcanzó metro y medio de altura. Podemos ver entonces, que estos no son realmente desastres naturales, sino políticos al no poder brindar seguridad a las comunidades que supuestamente se gobiernan. De este modo nos vemos forzados a hacer un triste recuento de los últimos años: en mayo del 2007, a causa de las lluvias de temporada, se produjeron fuertes encharcamientos y se inundaron cientos de viviendas en Ecatepec e Ixtapaluca por el desbordamiento del canal de aguas negras Guadalupe Victoria; en agosto del mismo año, el mismo fenómeno desbordó otros dos canales de aguas negras causando inundaciones y afectación de viviendas en Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla y Atizapán; un año después, el canal Guadalupe Victoria se desbordó varias veces e inundó cientos de viviendas; en octubre del 2009 murieron tres personas por inundaciones de hasta dos metros en Ecatepec, uno de los varios municipios donde miles de viviendas fueron cubiertas por aguas negras de distintos canales; el año pasado se provocaron las peores inundaciones en diez años al norte de Nezahualcóyotl y al sur de Ecatepec, mismo año en el que Peña Nieto sostuvo que no habría obras que impidieran más inundaciones alrededor del río de Los Remedios y La Compañía (qué poco reconfortante puede ser en ocasiones el escuchar la verdad).

Desafortunadamente, la anterior no es ni cercanamente una lista exhaustiva de las catástrofes que han ocurrido en territorio mexiquense. Quizá, de manera parcial, quise estudiar los directamente relacionados con Ecatepec, municipio que se jacta Eruviel Ávila de haber gobernado. No soy del estado de México, pero de igual manera me duele el maltrato y el mal gobierno que se da en esa entidad. Me mortifica también el pensar en la abrumadora ventaja que lleva un candidato cuyo partido le ha hecho tanto daño a una región de México, así como el hecho de que su triunfo gubernamental pueda ser decisivo para el rumbo de nuestro país por varios años. Me considero apartidista y de ningún modo es este un intento de proselitismo político, aun cuando pueda tener ciertas ideas, visiones y preferencias políticas. Interesada y conocedora del estudio urbano, es en el rubro que puedo calificar al estado de México con un pésimo desempeño desde hace décadas y particularmente ahora, aunque como ciudadana pueda reprobar muchísimas otras acciones o falta de ellas en aquella entidad. Me preocupa, que así como miles de mexiquenses no pudieron rescatar lo más elemental de su patrimonio en días pasados, se vean el próximo fin de semana inhabilitados para rescatar su futuro, y con ello, probablemente el del resto de los mexicanos.

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