lunes, 2 de mayo de 2011

Biometrópolis, oasis o espejismo

Hace poco más de un año se planteó, por parte del Gobierno del Distrito Federal, la UNAM y Grupo Frisa (constructora), la iniciativa de construir o crear una Ciudad del Conocimiento: Biometrópolis. Con tal proyecto se pretende potenciar el desarrollo tecnológico y científico en el país, particularmente a la medicina mexicana, al situarla en un nivel de altura internacional. Se pretende utilizar entre setenta y ochenta hectáreas en la delegación Tlalpan, entre los campos de lava del Pedregal y el Ajusco. Esta locación en el sur de la Ciudad de México afirma estar en el centro del agrupamiento médico, industrial y académico de la capital del país, y por tanto, se piensa como sitio ideal para el proyecto en mención. Investigación de vanguardia, excelencia médica, auto-sustentabilidad, institutos y laboratorios modernos, lazos internacionales, protección de reservas naturales… así se promociona este pacto e inversión en la que participaría el sector público, el privado y el académico en un megaproyecto a cargo de la firma internacional Foster + Partners, quien se sostiene, posee el conocimiento para diseñar cada fragmento urbano y arquitectónico de Biometrópolis de la manera más sustentable y eficiente (lástima que en teoría no exista tal despacho aquí en México).

Así se pretende congregar hospitales, centros educativos y de investigación, laboratorios, empresas tecnológicas, zonas habitacionales, centros comerciales, oficinas, etcétera, de una manera integrada y ecológica, con los más altos estándares y lineamientos de construcción y planeación. Sin duda, el planteamiento suena atractivo. A quien pueda preocuparle la ubicación trazada en reservas ecológicas, no deberá inquietarse ya que el cincuenta por ciento del predio está destinado a áreas verdes y se protegerán veinticinco hectáreas administradas por la UNAM y la Secretaría de Medio Ambiente del DF (para la conservación de plantas y especies endémicas). ¡Qué alivio!, se respetará una porción de la reserva, ah, entonces no hay problema. Más aparte, por medio de planes de ahorro, tratamiento, captación y reúso de agua, se ha garantizado el cien por ciento de la recarga del acuífero de la Ciudad de México, permitiendo así la regeneración del Río Magdalena.

Cómo entonces no confiar en un proyecto evidentemente sustentable, basado en diseños sostenibles, eficientes y ecológicos, como azoteas verdes, aprovechamiento de la energía solar y ventilación natural. Cuáles son los potenciales problemas de un designio que en su agenda incluye el mejoramiento de la vialidad, el transporte público, los servicios y la conectividad de institutos de salud y educación en la capital. No es el sueño de todos los mexicanos el estar en el centro de la alta tecnología, producción e innovación y tener empleos en los que explotemos nuestra mente e intelecto en lugar de nuestro músculo y desgaste físico. Muy probablemente. Para muchos podría ser sencillo apoyar un planteamiento proveniente de nuestra máxima casa de estudios, otros tantos confían todavía en el gobierno capitalino, muchos menos podemos fiar el destino de nuestra ciudad a la iniciativa privada o una empresa de construcción.

Pero cómo, si Grupo Frisa donó caritativamente un área natural protegida de ‘La Cañada’ de casi noventa hectáreas. Esto, obviamente, ha acreditado a tal corporación a desarrollar e implementar el proyecto de Biometrópolis en su totalidad. Pero a ver, por qué una empresa privada tiene en su propiedad y jurisdicción zonas protegidas y reservas ecológicas, ¡qué alguien me explique! Claro que todos esperamos una política pública que apoye un desarrollo sustentable, pero, ¿vamos a confiar en que una desarrolladora privada dedicada a maximizar ganancias a cualquier costo determine una porción más del trazo de la capital del país? Y más aún, un gobierno de izquierda no tendría que preocuparse paralelamente en el desarrollo social aparte del tecnológico y sustentable de esta entidad.

No cabe duda que el planteamiento inicial y único que se ha dado a conocer de Biometrópolis es atractivo, consiste en consolidar el agrupamiento médico, académico e industrial en una región del Distrito Federal, detonando así la investigación y desarrollo del sector salud en México. ¡Excelente! Pero se ha aclarado a qué sector de la medicina beneficiaría dicho proyecto: ¿al público o al privado? Esencial interrogante. ¿Y es suficiente el preservar únicamente una tercera parte de la reserva ecológica donde se plantará Biometróplis? ¿Es acaso la mejor ubicación en cuestiones de sustentabilidad, o sólo en términos del sector de la población que pretende servir? ¿No se necesitan cambios radicales en la política del sector salud de nuestro país antes que la construcción de centros de investigación? Es claro que lo poco que se conoce de este proyecto será sólo posible mediante la privatización total del mismo. ¿Es eso lo que necesita México? No cabe duda que sobre todo en la profesión del urbanismo siempre emociona el escuchar ideas de megaproyectos que podrían por si solos cambiar nuestra realidad, mejorarla, llevarnos al progreso… Sin embargo, debemos ser muy cuidadosos, los oasis en medio del desierto generalmente son sólo espejismos.

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