lunes, 28 de febrero de 2011

Nuestras ciudades, nuestro futuro

En el museo Franz Mayer de la Ciudad de México se presenta la exposición Nuestras ciudades, nuestro futuro con proyectos hipotéticos en diez ciudades del mundo que plantean alternativas sustentables en dichas urbes para el 2030. Tal propuesta viene de despachos internacionales y el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, instancia internacional, con el objetivo de impulsar una mayor transformación en las condiciones urbanas de estas ciudades, aun cuando han ya demostrado ser líderes en la implementación de innovadores proyectos de movilidad sustentable. Algunos planteamientos pueden resultar utópicos, como aquel de convertir el Brooklyn Bridge de Nueva York en prácticamente peatonal. Sin embargo, resultan muy atractivos los modelos planteados que convierten a estas ciudades prototipo en lugares donde realmente se antojaría vivir (Ahmedabad en India, Budapest en Hungría, Buenos Aires en Argentina, Cantón en China, Ciudad de México en nuestro país, Dar es Salaam en Tanzania, Johannesburgo en Sudáfrica, Nueva York en Estados Unidos, Río de Janeiro en Brasil y Yakarta en Indonesia).

Cada proyecto, con diferente énfasis y enfoque, se basa en varios de los siguientes principios de movilidad sustentable: promover ciudades en las que se pueda caminar; promover el uso de bicicletas (para cargas ligeras, taxis o uso personal); reducir el uso del automóvil; incrementar el servicio de transporte público limpio y eficiente; fomentar los entornos locales naturales, tradicionales, culturales e históricos que embellezcan y hagan más disfrutable el tránsito; lograr servicios eficientes y logísticas inteligentes (i.e. recolección de basura); mezclar el uso de suelo para lograr zonas activas a todas horas con residencias, comercios, oficinas, esparcimiento, cultura, educación, etcétera; densificar y reciclar el espacio, construyendo en áreas vacías del tejido urbano antes de pensar en construir en áreas verdes o periferias; utilizar recursos de manera eficiente; y mantener el entorno urbano, facilitando dicha tarea con diseños de buena calidad.

En términos específicos de cada ciudad se podría recalcar la singularidad de un par de propuestas. En Manhattan y su cruce a Brooklyn, como habíamos brevemente mencionado, se propone crear carriles bidireccionales para bicicletas, crear un camino elevado sólo para peatones y lograr que la parte baja de Manhattan se convierta en una eco-zona en donde el acceso vehicular conlleve una cuota y sólo puedan entrar gratuitamente medios de transporte no contaminantes. De manera paralela se plantea promover granjas urbanas y acuicultura a pequeña escala. En Ahmedabad, India, al norte de Mumbai, aparte de medidas que den preferencia al peatón, ciclista y transporte público, se plantea complementar el sistema de transporte público terrestre con uno marítimo sustentable que cruce la ciudad de norte a sur por el río Sabarmati. También se propone privilegiar lugares abiertos y públicos como instalaciones deportivas en lugar de espacios amurallados que han predominado en la ciudad bajo la excusa de ofrecer protección de conflictos y el peligro derivado de ellos. En Budapest, aún sin crecimiento poblacional desde hace tiempo, se reconoce que tras la caída del socialismo es que inició la explosión automovilista y se dejó deteriorar el sistema ferroviario, por tanto, se plantea como esencial el reducir arterias vehiculares, completar el sistema de tranvías sobre el puente Elizabeth y crear múltiples accesos peatonales; al igual que crear vías subterráneas para vehículos privados, propuesta también planteada para la Ciudad de México. En nuestra capital, se plantea un proyecto inicial en Tacubaya con la construcción de una plaza pública sobre vías principales, trasladando el tráfico motorizado a nivel subterráneo para revitalizar el paisaje urbano con comercio y tráfico peatonal. Esto hace particular sentido al recordar que comunidades como esta se han fragmentado por el paso de avenidas, lo cual ha promovido la fuga a periferias en lugar de diversificar y densificar dichas zonas. En Cantón, China, el delirio modernizador en los últimos treinta años destruyó el estilo de vida vibrante y bicicletero de la urbe. Por tanto, inspirados en el High Line de Nueva York se plantea una vialidad o parque elevado para ciclistas y peatones encima del tráfico local y estaciones de autobuses. En Rio de Janeiro se propone que la Estación Central de trenes se convierta en multimodal de transporte público. En Johannesburgo, ciudad de suburbios y segregación post-apartheid, se plantea crear centros urbanos a partir de guetos como Orlando East, Soweto, convirtiéndolo en un espacio de usos múltiples, combinando usos comerciales, laborales, recreacionales y residenciales; promoviendo plazas públicas en lugar de estacionamientos; creando conexión entre zonas; densificando y bajo el entendido que entre más gente en las calles, más seguridad.

En general, aunque muchas ideas puedan parecer ilusorias, al darnos cuenta que lo que se ambiciona es convertir estas ciudades en lugares que privilegien a las personas y revitalicen el lugar en donde viven, parece simple sentido común el llevar acabo dichos planes. Del mismo modo, ya que estas propuestas son externas a cada uno de los gobiernos de cada ciudad, al crear propuestas ambiciosas, aun cuando no se lleven a cabo en su totalidad, muy probablemente impulsarán mayores cambios. Esperemos que tales iniciativas formen al menos parte del discurso de política pública y planeación urbana de cada ciudad y varias urbes más en el mundo; ellas constituyen sólo un anteproyecto que requiere de revisión, alimentación y modificación, pero que definitivamente abre un diálogo necesario para nuestro futuro.

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