martes, 15 de febrero de 2011

AUTO-destrucción

A diario se lanzan iniciativas en distintas ciudades del mundo como respuesta a un fenómeno que afecta cada vez más a las poblaciones citadinas a nivel global: la problemática del tráfico. La semana pasada, en Beijing, China, con un toque de exasperación por la problemática de movilidad en dicha ciudad, se lanzó una prohibición a la venta de automóviles. Por otro lado, y también recientemente, en Bruselas, Bélgica, se lanzó por primera vez en Europa, un programa de vehículos compartidos y eléctricos para solucionar los problemas de circulación de esta capital y al mismo tiempo reducir las emisiones de C02. Es interesante analizar estos ejemplos e iniciativas junto con lo hecho y propuesto en ciudades mexicanas, así como los ejemplos de urbes que desde hace tiempo se sitúan como líderes en planeación urbana y transporte público, aliviando así de manera importante el problema del tráfico y sus múltiples y negativas consecuencias.

Junto con la Ciudad de México, Beijing tiene uno de los peores tráficos del mundo. Por tanto, el pasado mes de diciembre, el gobierno decidió prohibir la venta de coches en esta capital e instauró un sistema de lotería para que sólo unos cuantos miles tengan el derecho y la fortuna de comprar placas cada mes. El gobierno Chino, podrían muchos decir, es ya experto en manejar sus problemáticas con prohibiciones, aun cuando la Declaración de los Derechos Humanos se opone a decretos como este. Sin embargo, es impresionante ver que la voluntad política apoye con fuerza una iniciativa que causa descontento en varios y diversos sectores de la sociedad y economía local y global, pero que puede aliviar males presentes y futuros de manera significativa. Sin pretender juzgar o promover tal medida, es importante el analizar, cuestionar y discutir cuánto tiempo más podrá seguirse sustentando el uso indiscriminado del automóvil, particularmente en ciudades con problemáticas como las de esta urbe china.

En Bruselas se diría que se tomó una decisión más respetuosa del libre mercado que planea ampliarse a otras ciudades belgas y probablemente más allá. El concepto de los autos compartidos es ya conocido en las más grandes y cosmopolitas ciudades del mundo, sin embargo, la idea nunca había sido tan sustentable. En vehículos compactos y silenciosos, que sin gasolina puede recorrer hasta 120 kilómetros, esta iniciativa privada intenta reducir el uso de automóviles privados y contaminantes para promover una combinación de transporte público y Zen cars, como es llamada su compañía, que acorte tiempos de recorrido y aminore problemas de estacionamiento. Sin ser particularmente económica, esta alternativa se sitúa como una posibilidad viable y atractiva para miles de ciudadanos belgas y europeos.

Particularmente en la Ciudad de México, se ha optado desde hace algunos años, por un buen número de iniciativas sustentables y benéficas para mejorar el nivel de vida de los capitalinos y combatir uno de nuestros mayores conflictos: el tráfico. Tales planteamientos se han convertido en acciones como la instauración del programa de eco-bicis, ciclo vías, líneas adicionales del metrobús y metro, etcétera. También se ha ganado gran polémica con proyectos como el de la Supervía Poniente que anteponen el uso del automóvil frente al del transporte público. Del mismo modo, en ciudades en crecimiento como Guadalajara, Querétaro, Morelia, Puebla y varias del Estado de México, también se ha planteado como solución a los problemas de traslado, la construcción de autopistas urbanas mientras al mismo tiempo se rechaza presupuesto para proyectos como el de la extensión del macrobus en la capital tapatía. Con estas decisiones se ignoran los problemas que ya presentan estas ciudades en términos de transporte y la mucha mayor dificultad que representará el intentar remediarlos en el futuro. Por tanto, es demandante que con proyectos como el de la Supervía Poniente en el Distrito Federal, se considere la importancia de establecer un sistema de transporte público eficiente y suficiente para que esta vía no resulte obsoleta en un par de años debido al tráfico vehicular privado.

En base a las necesidades y posibilidades de cada ciudad y país del mundo las estrategias deberán ser diferentes. Sin embargo, se presenta como un ideal el observar distintos modelos que han obtenido éxito en distintos puntos de nuestro planeta. En cuanto a transporte público, un gran factor para superar problemas urbanos en grandes ciudades y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, existen cinco ciudades que sobresalen notoriamente. Aparte de ser eficiente y característico por su belleza arquitectónica, el metro de Moscú se sitúa como el más puntual y uno de los más densos del mundo por transportar entre ocho y nueve millones de pasajeros diarios. El metro de Paris desde hace muchísimo tiempo tiene una de las mejores coberturas del mundo. En Londres las opciones son diversas: el Tube o metro que transporta a alrededor de tres millones y medio de pasajeros, el DRL o tren liviano que cuenta con un sistema de tren suburbano y los característicos camiones rojos de dos pisos, conforman una de las redes de transporte más completas del mundo. Entre metros, ferris, camiones, trenes, ciclo vías y redes peatonales, Nueva York se diferencia enormemente de la ciudad promedio norteamericana con habitantes que caminan (¿¡wow!?), usan más el transporte público que el privado y donde más de la mitad de los neoyorquinos no tienen automóvil. Coronándose, con el sistema de transporte más masivo del mundo, en Tokio no hay lugar al que no puedas llegar en transporte público, en cualquiera de sus modalidades; por tanto, los viajes efectuados en dicha ciudad superan el número de viajes de transporte público de todo Estados Unidos y Canadá!

Para millones de personas alrededor del mundo sigue resultando más atractivo usar el automóvil privado como medio principal de transporte sin que muchas veces se tenga un argumento sólido para hacerlo. Al menos en ciudades grandes el tiempo para transportarse en coche es generalmente y sobre todo en horas pico mucho más prolongado que en sistemas de transporte público como lo es el metro. El costo para usar diariamente un vehículo personal es usualmente mucho más costoso que hacer uso del transporte público, sobre todo en países en vías de desarrollo. Ya se ha comprobado que es más sustentable y que los niveles de CO2 son más bajos en los centros de las ciudades que en los suburbios donde se usa más el coche. Los usuarios frecuentes de transporte público presentan niveles de estrés más bajos que los automovilistas en ciudades como el Distrito Federal. Si todos en la Ciudad de México usáramos coche se necesitaría el área equivalente a ochenta Distritos Federales únicamente para estacionamiento. No cabe entonces duda que las regulaciones del estado mexicano, así como en diversas partes del mundo, y la conciencia personal y ciudadana debe cambiar urgentemente para anteponer al ser humano y al planeta por encima del automóvil como lo hemos venido haciendo en las últimas décadas.

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