lunes, 25 de octubre de 2010

Vivienda social, ¿garantía o negocio?

"Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La Ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo." --Artículo 4º, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Entre nuestras más primordiales garantías individuales, quizá junto con educación y salud, se encuentra el derecho de todo mexicano a una vivienda digna, la cual debiera ser garantizada por el gobierno al proveer de una estabilidad mínima necesaria para adquirir tales bienes. Sabemos que en nuestro país el caso no es tal, tanto por la alarmante falta de empleo como por la inestabilidad económica nacional, entre otros temas. Tal situación deja a millones de mexicanos sin vivienda y a otros muchos más sin una vivienda apta y digna que contenga los mínimos estándares requeridos para el bienestar de los que las habitan.

Es preocupante la falta de cuidado que se le da al diseño y la construcción de viviendas sociales en nuestro país, así como su ubicación urbana, sin considerar lo central que ésta es para el sano desarrollo social del mismo. Sin aprender de proyectos urbanistas del pasado en el resto del mundo e incluso en México y sin analizar sus repercusiones, en pleno siglo XXI y con muchas herramientas a nuestro alcance, por codicia y por anteponer la ganancia privada al bienestar nacional, se continúan construyendo unidades habitacionales en ubicaciones remotas y desérticas, así como aisladas de todos los servicios necesarios como pueden ser seguridad, escuelas, supermercados e incluso transporte público. Llámese Casas Geo, Ara o Sadasi, todas son aglomeraciones de viviendas de pobre diseño; espacios limitados; sin áreas verdes en los alrededores ni lugares de esparcimiento; construidas con los peores materiales existentes, lo cual causa su rápido deterioro y fallas continuas de servicios, o incluso falta de ellos en ocasiones; falta de privacidad; falta de mantenimiento; inundaciones, etc. Todo lo anterior obviamente causa entornos familiares inadecuados en donde se desarrollan conductas depresivas y se opta por que la juventud este fuera de casa sin actividades educativas, culturales o recreativas al alcance y por tanto muchas veces se da la creación de pandillas y el desarrollo de un entorno de violencia y delincuencia. Más aparte, se crea una calidad de vida menesterosa ya que los tiempos de transporte a trabajos se vuelven eternos.

Esto ha sucedido porque a pesar de que histórica y globalmente, se ha demostrado que el sector privado es incapaz de mirar más allá de sus propios beneficios, lo cual lo convierte en un inadecuado candidato para pretender resolver el problema de vivienda nacional, es este sector el que se encarga del negocio residencial a nivel nacional. De este modo, instituciones como el Infonavit se han convertido en bancos que brindan créditos para que el grueso de los mexicanos adquieran viviendas de pobre diseño y construcción, endeudándose así con intereses por gran parte de sus vidas. Pero el endeudamiento perpetuo, costumbre de origen norteamericano, no es siquiera el peor panorama, ya que el Infonavit ha entregado el patrimonio de muchísimas familias a despachos de cobranza extranjeros, que igualmente al modo norteamericano, imponen condiciones de pago a deudores imposibles de cumplir sin importarles quienes o cuantos puedan por ello perder todo su humilde patrimonio.

Del mismo modo, no puede olvidarse que estos créditos sólo se otorgan a personas que laboran en el sector formal de nuestra economía, cada vez más pequeño, como si el sector informal, con todos sus asegunes, no contribuyera también de manera importante a la economía del país, o como si los que laboran en el sector informal de nuestra economía tuvieran muchas otras opciones. Así se crea otro problema de vivienda, el paracaidismo, actividad que se califica como delincuencia y se resuelve de forma policiaca cuando realmente es un problema social.

Estas son sólo algunas de las problemáticas nacionales entorno al tema de vivienda social, uno al que se le ha prestado muy poca atención y que se ha agravado en los últimos años gracias a la crisis económica en la que nos encontramos y a los desafortunados desastres naturales que han afectado a varias entidades de nuestro país. Es penoso ver tornado en negocio un derecho al que deberíamos tener acceso todos los mexicanos. No cabe duda que las condiciones económicas y sociales en nuestro país empeoran sin que siquiera se pretenda solucionar nuestras problemáticas más profundas, y en lo contrario, se permitan acciones que agravan nuestro panorama nacional.

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