martes, 28 de septiembre de 2010

La muy noble y leal Zacatecas

Balaceras, ejecuciones, levantones, extorsiones, amenazas a la prensa, secuestros, enfrentamientos entre militares y sicarios, despliegues de la policía federal…Duele demasiado ver esta realidad tan contrastante con aquella que recordamos todos hace no más de cinco años. No puede romantizarse al estado, siempre ha tenido sus lastimosas carencias; su pobreza en el campo, su aridez, su rezago, su forzada migración. Sin embargo, la dupla formada, como en varios otros estados, por el gobierno local y federal ha resultado mucho más que desastrosa, arrastrándonos así, hasta un estado irreconocible y lejano, ya no muy noble, ni muy leal, como nos gustaba titular a nuestra capital.

“La Gran Chichimeca” de Aridoamérica, tierra que vio nacer a grandes mentes, existía atiborrada de riqueza mineral y plata en sus entrañas, atrayendo así gran codicia, y en su tiempo, alimentando fuertemente a la Corona Española. A raíz de la explotación de minas, surgió entonces, la impresionante arquitectura colonial y religiosa que caracteriza y dio abolengo a la ciudad que es guarecida por el renombrado cerro de La Bufa. Pero desde entonces, y como premonición de lo que venía, Zacatecas fue saqueada, usada como campo de batalla en repetidas ocasiones (por más honrosas y memorables que hayan podido ser dichas batallas), dividida en el siglo XIX, y despojada de su tierra fértil, ahora conocida como Aguascalientes, debilitando así, fuertemente su economía.

Así, nuestra tierra flanqueada por dos sierras y cubierta de cactáceas, junto con su capital, nombrada “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, gracias a su exuberante barroco novohispano, con su Plaza Goitia, sus callejones legendarios, su Teatro Calderón y su hermosísima Catedral de cantera rosa, dedicada a la Virgen de la Asunción, han dejado de ser reconocidas por su belleza y cualidad de tranquilidad provinciana para convertirse en zonas de incertidumbre y temor. El derroche y nepotismo de sus gobernantes, especialmente los más recientes, la han dejado con enormes deudas no sólo económicas, sino también políticas y sociales, robando así a sus habitantes incluso de la fe y esperanza que los ha caracterizado por muchísimos años.

Aunado a esta situación, Zacatecas hoy no sólo sufre de males como la pobreza y la migración, sino que exacerbados estos trastornos, y desatada la guerra federal en contra del narcotráfico, el estado se ha convertido en hogar de organismos delictivo sin escrúpulos y deseosos de apoderarse de este territorio, entre tantos otros. Así, la inseguridad ha crecido exponencialmente en los últimos años, sobrecogiendo y afligiendo a los pobladores de este gran estado de tierra colorada. Zacatecas, ha dejado de ser un refugio para habitantes de otras entidades que encontraban en este sitio un lugar seguro y tranquilo para vivir y se ha convertido ya no sólo en éxodo de campesinos humildes al extranjero sino también de todos aquellos que no sólo por falta de oportunidades abandonan este territorio, sino también por temor y falta de seguridad social.

Sería errado pensar que puede tenérsele fe a nuevos gobiernos o nuevas decisiones políticas para que cambie el rumbo de la sociedad zacatecana y su futuro. Falta quizá en Zacatecas, más allá de tenerle fe a la política burocrática y acomodaticia que reina en la entidad, un movimiento social que luche por recuperar y demandar una vida digna, llena de tranquilidad y oportunidades; el crecimiento de este gran estado está condicionado a la desaparición de la indiferencia ciudadana. Sólo puede esperarse que la añoranza por el pasado, que algunos de nosotros tuvimos, nos mueva a lograr un futuro mucho más promisorio para todos los habitantes de esta bella ciudad y de este gran estado.

No hay comentarios: