viernes, 3 de septiembre de 2010

En pos de recuperar nuestro país

¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? Respondió Caín cuando se le preguntó por su hermano Abel. Y la respuesta desde un punto de vista religioso y humano es y siempre será: ¡Sí! Sin ser particularmente religiosos, pero si humanitarios, ésta fue una reflexión que se hizo en una conferencia en Casa Lamm al discutir el Proyecto Alternativo de Nación de Andrés Manuel López Obrador y su equipo de intelectuales. Se usó esta referencia al hablar del amor colectivo (aunque a muchos les parezca cursi el título, no tiene nada de eso), y el sentido de comunidad que debiera reinar en nuestras vidas versus el individualismo a ultranza que cada día se acrecienta más en nuestra sociedad y nos impide desarrollar lo colectivo. La plática se basó en una discusión quizá un tanto alejada de los planes concretos del proyecto y se centró más bien en lo más relevante de su ideología, con la idea central de que nada es justo si perjudica a una mayoría para beneficiar a una minoría. ¿Somos entonces responsables de nuestros semejantes?, ¿de nuestros ancianos, los niños de la calle, los enfermos que no tienen cobertura médica....? Si la respuesta para muchos no es ¡sí! por cuestión ética y moral, entonces tendrá que serlo por el bienestar de nuestra nación que se desmorona minuto a minuto por sus injusticias e inequidades.

Los ideales en los cuales se basa este proyecto pretenden crear un nuevo estilo de vida fundado en la igualdad, el bienestar y la felicidad; uno en él que no sólo se garanticen los mínimos estándares de vida, sino una vida plena en todos sus aspectos, como el cultural y el recreacional, entre varios otros. Con el fin de lograrlo se reconoció la urgencia de atender múltiples problemas como el de la corrupción y la carencia de austeridad republicana; el hacer efectiva la democracia promoviendo un pensamiento crítico y respetando el hecho de que la soberanía reside en el pueblo; remediar nuestro atraso y carencia en materia de derechos humanos; atender los problemas ambientales con los que nos estamos enfrentando; promover y respetar la diversidad cultural; recuperar nuestro lugar en América Latina, diversificar nuestras relaciones y equilibrar las existentes como en el caso de nuestra relación con Estados Unidos; democratizar el acceso a los medios de comunicación; replantear nuestro modelo económico en donde el principal indicador económico sea el nivel de vida de los mexicanos fortaleciendo así el tejido social, conduciendo el desarrollo y la competitividad; combatir los monopolios; abolir los privilegios fiscales para redistribuir la riqueza con justicia; reanimar al sector agricultor; luchar por el derecho de educación superior para todos los mexicanos, así como un sistema de salud universal, etc. Todos estos puntos se basan en un profundo sentimiento de amor a nuestro país y su gente, porque como lo dijo el Che Guevara: “Ser revolucionario implica, ante todo, un profundo sentimiento de amor”.

Otro de los temas que se tocaron en la conferencia tuvo que ver con la explicación del porqué se busca conseguir todo lo anterior mediante la vía electoral, esa que ya probó inefectiva en el pasado. Se pone como ejemplo el triunfo obtenido por algunos países en Latinoamérica, aun aceptando que tenemos en nuestra desventaja la enorme tentación injerencista del país con el que compartimos más de dos mil kilómetros de frontera. Más aparte, cómo luchar mediante la vía democrática en un país en donde no hay democracia ni estado de derecho; un país en emergencia nacional en donde incluso se niega el derecho a la vida por su inseguridad, más allá de sus carencias en el ámbito político, económico y social. Ésta es una discusión muy compleja y ha resultado difícil argumentar y convencer a muchos de los seguidores del movimiento que la vía electoral es verdaderamente la opción necesaria a seguir; es increíblemente frustrante el intentar creer en instituciones y sistemas políticos que son en gran parte los responsables de la debacle del país. Sin embargo, el argumento que se ofrece desde dentro del movimiento lopezobradorista, llega a ser alentador y lleno de sentido. En él se propone y se esperanza en la organización popular ciudadana, en el movimiento social y el empoderamiento ciudadano. Se llama a ser partícipes de un proceso constituyente que cree un poder social y unifique a los distintos grupos sociales.

No cabe duda que los líderes son necesarios muchas veces para organizar masas y encausar sus energías y demandas. Pero su labor termina ahí, es entonces que los movimientos sociales y la gente que los conforma logra empoderarse de su destino. Es así como desde las calles se logró que se eliminara el desafuero o que se frenara la privatización total de la industria petrolera. No debe menospreciarse la fuerza de los mexicanos que aun absorbidos y atareados con la supervivencia diaria, hemos logrado cambios importantes. No debe pensarse que al final todo da igual cuando se sufre una derrota y se quebrantan sueños. No podemos archivar nuestros triunfos y abandonar nuestros ideales, aún hay mucho que hacer, muchos héroes que remplazar y mucho que limpiar para lograr un proyecto alternativo de nación que beneficie a todos los mexicanos y nos permita recuperar el país que nos ha sido arrebatado.

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