lunes, 10 de mayo de 2010

Moneda, caos y belleza

En la calle, llamada Moneda, célebre como pocas y ubicada en el centro histórico de la Ciudad de México, se fundaron la primera universidad, imprenta, museo y academia de artes de América, sin olvidar, claro, quien le dio su nombre: la primera Casa de Moneda (ahora un museo dedicado a las culturas del mundo). Por tanto, éste ha sido desde hace mucho tiempo, un punto de abundante cultura. Esta pequeña calle (sólo en cuestión de distancia) podría ser la envidia de todas las demás; flanquea al Palacio Nacional, parte del Zócalo y nos lleva a la gran Academia de San Carlos, sólo por nombrar unas cuantas de sus muchas cualidades. En ella se construyó la sede del Arzobispado, el ex-convento de Santa-Inés (ahora Museo José Luís Cuevas), la torre y fachada de la Santísima Trinidad y el monumento que alberga a la Academia de San Carlos, entre otros edificios significativos de la ciudad que asombrosamente se apretujan en cuatro pequeñas cuadras. Por esto y mucho más, la calle no termina donde lo dicta el mapa, sino que abre paso anunciando muchas cosas más.

Este ex-barrio universitario, donde se encontraban los antiguos colegios, contrasta en ciertos aspectos con la realidad actual. Continua siendo hogar de centros culturales y educativos, sin embargo, también ha sido inundada por numerosos comercios. Hay que reconocerlo, desde antaño ha tenido ciertas cualidades mercantiles, pero hoy, sobre todo pasando el mediodía, esta calle se ahoga en gritos de compraventa. Y no es para menos, por algo su dirección nos guía y conduce inevitablemente al barrio de la Merced y a su famoso mercado al sureste del Zócalo capitalino. Para hablar de éste, tendríamos que abrir un nuevo y extenso capítulo rememorando su historia y popularidad que ahora lo ubican como el mercado más grande de Latinoamérica.

Sin embargo, nuestro interés en este momento es La Moneda, calle que rompe todas las reglas; esa que parece peatonal por que todos pasean por en medio de ella y debajo de sus banquetas pero que prueba no serlo al recibir también a taxistas maniáticos, autobuses de turistas que mágicamente dan vuelta en Correo Mayor y automovilistas frustrados por no tener un libre tránsito frente a ellos. Esta vía también alberga a tantos ambulantes como puede, pese a los intentos en años anteriores para eliminarlos, y junto con los también numerosos comercios fijos, demuestran su gran aptitud de mercaderes que lo hace sentir a uno ya sea increíblemente engentado o en día de feria, depende del ánimo personal. La realidad de esta calle es caótica y característicamente mexicana, eso no se puede negar, a menos que sean pasadas las ocho de la noche y en un día oscuro de invierno uno pase por ella más bien sintiéndose inseguro o perplejo de su paz y belleza arquitectónica.

Como sería de esperarse, gracias a su importancia histórica, esta calle también se encuentra en un estado de renovación constante (aun cuando no necesariamente suficiente) con el propósito de que sus edificios continúen siendo un patrimonio de la humanidad por su belleza y elegancia característica. Sin embargo, y pese a su enorme relevancia arquitectónica, que nos habla de mucho del pasado de esta gran ciudad, en el presente, es importante mirar a la calle de Moneda más bien desde un punto de vista urbanístico.

Como se había mencionado, la calla de Monedad recibió a los primeros y más importantes centros educativos de América Latina: la antes Real y Pontificia Universidad de México, hoy nuestra máxima Casa de Estudios y alma intelectual del país, el más grande orgullo de México y la mejor universidad de Iberoamérica. Es difícil no exaltarse al mencionar a dicha institución, al igual que la que hoy también forma parte de ella, y que en sus comienzos se dedicó a formar arquitectos, pintores y escultores: la Academia de San Carlos. Es importante localizar a la UNAM, habiendo nacido en este sitio, como el centro de una reflexión urbana por su naturaleza intelectual y orientada a estudiar y resolver fenómenos sociales hoy en día, sin olvidar que su comienzo significó el desplazamiento de las clases marginadas que habitaban La Moneda.

Con los antecedentes coloniales, importantemente presentes en esta vía pública, y aun con la presencia actual de centros culturales, esta calle es retomada, habitada y usada en la actualidad, principalmente por gente humilde, como era antes del siglo XVIII. Para muchos peatones o turistas puede ser incomodo el hecho de pasar por las banquetas de la calle y ser bombardeado por gritos de venta, por lo que posiblemente se explica la invasión de la calle ligeramente alejada de los vendedores. Es verdad también que la estética preestablecida como norma para muchos es alterada por los numerosos puestos ambulantes de la zona, que también han intentado ser desplazados en varias ocasiones sin mucho éxito.

No obstante, el caos en un país como el nuestro, es un resultado no sorprendente ante nuestra realidad y circunstancia social. La solución más sencilla para su eliminación temporal podría ser la de instaurar medidas tiránicas que intentaran sanitizar nuestro espacio urbano como se ha hecho en países como Colombia bajo la ilusión de asemejarse a ciudades cosmopolitas del primer mundo, en donde todo es (en teoría y apariencia) ordenado. Sin embargo, esto sería sólo brevemente tolerado por un pueblo tan enérgico como el mexicano. La verdadera respuesta se encontrará únicamente en la reestructuración profunda del tejido social, las condiciones económicas y realidades políticas de nuestro país. Mientras tanto, no podemos pretender desaparecer o esconder el caos que nos rige y representa, y que aceptémoslo, también tiene su única e inigualable belleza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente escrito! como todos, el párrafo donde se hace mención a la unam y el párrafo final, magnificos, te felicito! cada escrito que publicas es mucho mejor