jueves, 20 de enero de 2011

La energía del futuro

Posiblemente una de las noticias más alentadoras de los últimos días, es la potencial creación del Instituto de Energía Eólica en Zacatecas. Hoy en día, la energía eólica es la menos costosa de las energías limpias, verdes o sustentables y su enérgico impulso ahorraría cuantiosos recursos no renovables como el petróleo y otros activos contaminantes y combustibles fósiles como lo son el carbón y el gas natural que aportan cantidades preocupantes de emisiones de gases de efecto invernadero. El planteamiento es que el gobierno zacatecano será asesorado por empresas españolas, siendo España líder y productor número dos de esta energía sustentable, solamente después de Alemania y seguido por Dinamarca. El ya desde hace tiempo conocido potencial que tiene Zacatecas por sus condiciones climáticas para la explotación de la energía eólica nos encamina, afortunadamente, a la creación de una nueva cultura social encaminada hacia el uso responsable de nuestros recursos naturales.

Similares iniciativas se plantearon en los estados de Oaxaca y Baja California con diferentes niveles de éxito debido al desplazamiento y despojo de tierras a indígenas, particularmente en La Ventosa, Oaxaca. Estas comunidades llevan siglos sufriendo por proyectos carreteros, mineros, presas, etcétera. En el megaproyecto eólico transnacional de La Ventosa el rechazo se hizo latente al plantearse el arrendamiento por sesenta años a 150 pesos por hectárea por año sin una propuesta integral que promoviera el desarrollo comunitario sino más bien el servicio y negocio de abastecimiento de energía a zonas alejadas de Oaxaca. Este tipo de comportamiento no extraña de gobiernos como el que fue de Ulises Ruiz, aunque es cierto que dicho desplazamiento de personas no se compara con proyectos hidroeléctricos o las inundaciones que estos frecuentemente conllevan. Sin embargo, más allá de consideraciones técnicas para la creación de estos centros eólicos, como puede ser el peligro en área de huracanes, debe romperse con el modelo neocolonial de producción en el que las multinacionales “negocian” injustamente con los indígenas sus tierras y recursos sin hacerlos participes de estos proyectos.

El capital internacional debe conectarse con proyectos estratégicos y sustentables que se alíen como socios con poblaciones indígenas o locales y que provean de recursos económicos e impulsen el desarrollo en dichas comunidades. Finalmente, cada vez se reconoce más que las energías alternativas son el futuro de los mercados globales y no puede permitirse, una vez más, que en México y Latinoamérica, una de las regiones ideales para producir energía limpia, se utilicen recursos naturales de dichas naciones y pueblos para el beneficio extranjero. Con estos ideales en mente se evitará el conflicto, la invasión y explotación, lo cual resultará en responsabilidad social y desarrollo local. Para tal propósito, se necesita encontrar a inversionistas que no busquen el mayor número de ganancias a corto plazo, particularmente en proyectos como éste ya que los costos de construcción para la producción de energía eólica son elevados comparados con otras fuentes de energía pero los costos de explotación son casi nulos.

Por tanto, el gobierno zacatecano debe regular la participación de la iniciativa privada en la generación de energías alternativas en nuestra entidad con la futura creación del instituto mencionado. La presente administración debe valorar las dimensiones sociales, ambientales y económicas de impulsar un desarrollo sustentable, justo y equitativo para esta y futuras generaciones. Estimular la economía es una gran prioridad en estos momentos pero el modelo económico que formemos debe ser sostenible para el planeta y nuestro futuro en él con una economía local y global verde que no puede verse ya como elección sino como necesidad viable para reactivar economías y generar empleos. Las energías renovables, encabezadas por la eólica, representan el doce por ciento de la producción total de electricidad, duplicándose así en los últimos diez años. Más allá de admirar a países primermundistas, debemos mirar hacia países emergentes como India, China e incluso Brasil que comienzan a ser líderes en este tipo de energías. Esperemos que no sólo como país, sino ahora como estado, podamos sobresalir en este respecto.

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